Las aves, locales y migratorias, forman parte del paisaje y la naturaleza de Guatemala. Hay más de 700 especies registradas en el país. Por eso decimos que las imágenes del avifotógrafo Ottoniel Cojulún cantan, vuelan y son libres.
Desde hace 7 años, Ottoniel Cojulún se aventuró a fotografiar aves. Desde niño recuerda que su padre usaba cámaras de rollo lo que influenció en su actual pasión. En la adolescencia él ya era atraído por la fotografía y se disponía a escalar volcanes o montañas.
Ha experimentado la fotografía cotidiana y paisajista. Cuando tuvo la posibilidad de adquirir un telefoto descubrió que era la mejor forma de captar a la fauna en Guatemala.
Confiesa que la primera vez que captó un Quetzal fue en Costa Rica, como aficionado creyó que esta ave ya no existía en Guatemala. Hoy por hoy sabe que el ave nacional puede ser captada en Baja Verapaz, Chiquimula, San Marcos, Retalhuleu, Huehuetenango, incluso en los volcanes Atitlán y de Agua.
Conservación desde el lente
Actualmente Ottoniel labora como auditor, pero su gran pasión es poder captar para la historia y conservación a las aves en Guatemala.
“Fotografiar a las aves promueve y ayuda a la conservación de las especies y faunas. Conocí los bosques, los insectos y luego quise retratarlos. Fui preparando y fortaleciendo el equipo fotográfico. Fui atraído por el Quetzal, soy muy nacionalista”, admite Cojulún.
Uno de los encuentros más satisfactorios y que ha podido captar ha sido con el tapir. Adentrado en un bosque espeso en Petén, Ottoniel logró ver al tapir. Él estaba buscando una especie de garza pero para su sorpresa se encontró con un tapir y una cría, recuerda haber estado a unos 5 metros de distancia.
“Aprendemos a ser sigilosos. Andamos en silencio, camuflajeados, en calma. Se trata de causar el menor efecto posible”, refiere sobre cómo debe ser el trabajo para poder captar a la fauna. Afortunadamente en esa ocasión logró fotografiar al tapir.
Reto fotográfico
Ottoniel comenzó fotografiando con un equipo básico, pero ahora trabaja con un telefoto de 400 mm y su cámara réflex. En un futuro espera poder adquirir una cámara sin espejo, ya que estas al captar una imagen son silenciosas y esto le permitiría hacer un trabajo más óptimo entre la fauna.
Pero Ottoniel tiene un sueño pendiente: poder fotografía al águila Arpía, ave nacional de Panamá. Una especie de la que no se tiene registro en Guatemala en los últimos 20 años aproximadamente, refiere.
En Guatemala existen alrededor de 760 aves tanto locales como migratorias. Dedicarse a captar un ave puede llevarle un mes de trabajo en las montañas, comparte Ottoniel.
Su próxima aventura le espera en Petén. Viajará a la Sierra del Lacandón para fotografía la migración de aves que llegan a esa zona, donde millones de aves se dan cita. En áreas como estas existen radares de Estados Unidos que pueden registrar la llegada de alrededor de 25 mil especies de aves al día, algunas se quedan en Guatemala y otras siguen su ruta hacia Suramérica.
Ottoniel espera adentrarse a un área del rio Usumacinta, ubicado entre México y Guatemala, para captar su próxima fotografía y así continuar “pajareando”, como dicen coloquialmente los fotógrafos amantes de las aves.