Frías noches y lindos luceros de diciembre; desde Canadá el arquitecto guatemalteco Carlos Martínez recuerda las montañas, los azules, los vientos de su tierra y también el paso de la vida, con sus maravillas, sus esperanzas y sus atardeceres. Sus fotografías acompañan las ideas.
Por Carlos Martínez, arquitecto guatemalteco, especializado en paisaje,
radicado en Montreal, Canadá.
A través del tiempo, todos pretendemos convertirnos en mejores personas. Queremos amar y ser amados por quienes somos. Queremos sentirnos útiles. Antes lo subestimé y a medida que te añejas, diría que también queremos sentirnos validados.
En las gélidas noches de Diciembre, en las afueras, en las altas tierras de dormidos volcanes, tiritando bajo un suave manto de granizados terciopelos de una inmensa nubosa arboleda con destellos esmeralda de perlas oscuras, un rústico mítico jade tallado de hermosas montañas de lindos platinados luceros.
Improvisada en su humilde altar....
Improvisada de un humilde altar, una estrecha antigua capilla mal alumbrada descansa, así que no nos distraeríamos por visitarla, por tanto, no olvides que allí siempre es posible de encontrar guarida a tu conciencia, inmortal refugio, lugar tranquilo donde los pensamientos divagan fluidos y descansa tu corazón, una fogata de alegría en un mundo que necesitaria una lumbre.
Nuestros ojos ya no ven lo que están acostumbrados a ver. Arriba, ven una página con palabras, pero no son estas a las que nuestra conciencia envían su ingenio. Debajo, ya no son más que una sucesión de letras, todo este lenguaje cobra vida, son cuán un legado de poemas que se tornan en imágenes. No como las del cine sino como las de nuestros sueños.
A través del tiempo...
Por la noche se lee un libro como se fantasea. Al ver pasar las imágenes, son más que la escena, son la vida. Que se impregnan en nosotros, como se fecundan nuestros añoranzas y recuerdos.
A través del tiempo, todos pretendemos convertirnos en mejores personas. Queremos amar y ser amados por quienes somos. Queremos sentirnos útiles. Antes lo subestimé y a medida que te añejas, diría que también queremos sentirnos validados.
Antes del amanecer, el otro día, en la oscuridad todo era gris, se extendía un suave elenco rosa, sólo el ámbar empolvado coloreaba el horizonte del paisaje, aparecía espectacularmente su afluente de roja lava y destacaban ante el cielo antracitas ramas de árboles que ardían como una dorada flama.
Sigo esta búsqueda...
La humanidad tristemente, siempre esta atrapada en el estereotipo de tener que perder cosas para darse cuenta de que eran preciosas… Aprendí que no sólo lloramos a los muertos. No sólo lamentamos a los seres queridos que han dejado este mundo. También podemos sollozar por no haber subido a bordo en el tren, las esperanzas evaporadas y los sueños caídos.
Escribo regularmente al amor, a la empatía, al perdón y a la resiliencia y se ha agregado el desafío de los temas que busco comprender mejor. Sigo esta búsqueda, profundizando lecturas y ensayos, tratando de dialogar con personas que saben más que mi persona y me interpela mucho más Facundo Cabral.
Conoce más sobre la historia del autor
Por la ventana, un fragante aroma de forestas hacia el oeste, flotaban nubes en el alba con el reflejo del día naciente. Ninguna extravagancia, nada llamativo, sólo la modesta oración de Diciembre, vivimos en una extraña época, ante la oscuridad que nos suplica y rememora que cerrando la mirada y agachando la cabeza, perdernos de vista para dónde vamos, empezando por la fé en la vida.
Como quien se da un deber de compañerismo y conciencia de justicia social y paz, en el brillo de las luces navideñas, sin pretender de renunciar al corazón, que el buen viento vaya, entonces que las estrellas se transformen en faro para el camino.…