La princesa Ixquic, hija de uno de los señores de Xibalbá, es decir señores del Inframundo, los mismos que derrotaron a Hun Hunahpú y Vucub Hunahpú, se convertirá en madre de los gemelos héroes Hunahpú e Ixbalanqué, según relata el Popol Vuh.
En el universo del Popol Vuh, libro sagrado de los mayas y Libro Nacional de Guatemala, pocos personajes tienen un papel tan poderoso y simbólico como la princesa Ixquic (que según algunas versiones se escribe y pronuncia Ixkik). Su historia, aunque breve en el relato, marca un momento fundamental: ella se convertirá en madre de los gemelos Hunahpú e Ixbalanqué, los héroes destinados a restaurar el equilibrio del mundo.
Ixkik es hija de Cuchumaquic, uno de los señores de Xibalbá, el reino de la muerte. Pero a diferencia de los oscuros señores de ese mundo, ella aparece como una figura distinta: curiosa, valiente y conectada con la vida. Se enteró del árbol seco que floreció y dio frutos cuando fue suspendida de él la cabeza de Hun Hunahpú, muerto por los señores de Xibalbá junto a su hermano Vucub Hunahpú.

Ixkik se acerca al árbol mágico
“Oyendo pues, una doncella, hija de un Señor que se llamaba Cuchumaquic, y ella, Ixquic, la conversación de su padre sobre haber fructificado aquel árbol, maravillada de lo que oía, dijo: “¿Por qué no iré a ver este árbol que cuentan? Porque de verdad es cosa muy dulce y suave esto que dicen y oigo”. Y luego se fue sola y llegó debajo del árbol que estaba enfrente de donde echaban la ceniza, y maravillada, dijo: “¡Qué hermosa fruta y qué hermosamente fructifica este árbol!: texto del Popol Vuh
Atraída por un árbol sagrado lleno de jícaras o morros, se acerca a él. Ella no sabe que en sus ramas cuelga la calavera de Hun Hunahpú, el héroe derrotado en Xibalbá. Dicha calavera tenía forma de fruto, pero se revela a la Princesa.
Le habla.

Y entonces le habló Hun Hunahpú
Y entonces habló la calavera que estaba en las cruces del árbol, y dijo: “¿Qué es lo que deseas?”. “Solo es hueso eso que está redondo en las ramas del árbol”. “¿Esto es por ventura que lo deseas?”, le dijo a la doncella. “Lo deseo”, dijo la doncella. “Está bien, pues entonces extiende tu mano derecha”, dijo la calavera. “Bien”, dijo la doncella y extendió la mano derecha para arriba, delante de la calavera. Luego echó la calavera un chisguete de saliva y vino derecho a la mano de la doncella. “
A través de ese acto mágico, Ixquic queda embarazada de los gemelos, que así son hijos de Hun Hunahpu. Pero su embarazo desata un gran escándalo en Xibalbá. La acusan de deshonrar a su padre y su linaje. Ella les dice que no ha conocido varón, pero que sí está esperando un hijo. Después de un juicio es condenada a muerte.
“Señores principales, andad y sacrificadla, traed su corazón en una jícara”, esto
se les mandó a los tecolotes que eran cuatro. Luego fueron
y tomaron una jícara, y se fueron llevándola cargada, y también llevaban una cuchilla aguda y entonces (la princesa Ixquic) les dijo: “No me matéis, mensajeros“
Los mensajeros se compadecieron de ella. En lugar de su corazón, llevan al inframundo un corazón falso hecho de resina, el cual es quemado en Xibalbá y emite un delicioso aroma.

Embarazada de gemelos, Ixquic escapa
Ixquic huye hacia la superficie, hacia el mundo de los humanos. Busca entonces a Ixmucané, la abuela de sus futuros hijos. Pero la anciana no cree en su historia. Como prueba, le pide traer maíz de una milpa inexistente. Ixquic, sin dudar, realiza un gesto ritual: sopla en su palma, invoca a los dioses del maíz, y de la tierra brotan las espigas.
““Entonces sopló en su palma y dijo: ‘¡Oh, dioses, tú gran corazón del cielo, gran corazón de la tierra! Que se me dé una señal, que se me dé una prueba, para que no se pierda el rostro de la madre de estos gemelos.’”

Madre de maíz
Con esta prueba, gana la confianza de Ixmucané. Más que una madre biológica, Ixquic se revela como madre sagrada, portadora del maíz, símbolo de la vida y la humanidad para el pueblo maya.
A diferencia de otros personajes, el Popol Vuh no ofrece una descripción física detallada de Ixquic. No se menciona su rostro ni su atuendo. Su figura se define por su conducta, por la fuerza de su palabra, su sabiduría, y su conexión con lo divino. La belleza de Ixquic está en su virtud y su poder creador. Ixquic vino de un mundo de muerte, pero da a luz a nueva vida. Es hija de Xibalbá, pero se convierte en madre de los héroes.
La princesa Ixquic da a luz a dos gemelos: Hunahpú e Ixbalanqué, quienes están llamados a derrotar a los señores de Xibalbá
Personajes e historias del Popol Vuh

















