Toda oración es un puente hacia Dios en busca de ayuda, esperanza, fe renovada. Estas son algunas oraciones del migrante para momentos difíciles, cuando no se sabe qué decir.
Para muchos migrantes llega algún momento en que clama a Dios, pide ayuda al cielo, implora una luz espiritual en un momento difícil. Algunos rezan un Padre Nuestro, otros expresan libremente su situación, ya sea de rodillas, en alguna esquina esperando trabajo, al despertar durante la noche o madrugada.
Cada quien expresa lo que desea. Pero a veces es tal la situación que no se sabe ni qué decir. Estas son algunas letras de oración del migrante que pueden ser leídas en esos momentos. La Fe mueve montañas, Dios nunca abandona a ninguno de sus hijos y quien busca, encuentra.
Oración a Santo Toribio Romo mártir, patrono de los migrantes
Padre mío, tú que me escuchas
y que te gusta que te pidamos favores;
como hijos tuyos y ánimas necesitadas,
por la intercesión de Santo Toribio Romo, tu siervo amado,
derrama tus gracias sobre mí.
Ayúdame a ser sencillo y humilde de corazón
para saber adorarte y servirte como él lo hizo;
que entregó su vida “Amando a Dios sobre todas las cosas”
Quiero entregarte lo mejor de mí, sin ninguna condición;
y así como Santo Toribio fue fiel a Ti, hasta el martirio,
yo también te ofrezco mi fidelidad, mis trabajos,
mis sacrificios y mis oraciones, para alabarte y
bendecirte incansablemente.
Concédeme este favor especial que hoy te pido,
si está dentro de tu plan divino:
(hacer la petición)
Dame lo que Tú creas que yo necesito
y que sea para mi salvación;
te lo pido con mucha fe, con mucha humildad
y con mucha esperanza. Así sea.
¡Santo Toribio, ruega por nosotros!
Oración al Señor de los migrantes
Señor, tú conociste la migración.
Viajar hacia Ti Señor, eso es vivir
Partir es un poco morir.
Llegar nunca es llegar definitivo,
hasta descansar en Ti.
Tú, Señor, conociste la migración,
y la hiciste presente a todo hombre
que comprende qué es vivir
y quiere llegar seguro al puerto de la vida eterna.
Tú sacaste de su tierra a Abraham, padre de todos los creyentes.
Tú recordaste cuáles eran los caminos para llegar a Ti,
a través de los profetas y los apóstoles.
Tú mismo te hiciste Migrante del cielo a la tierra,
en el seno de tu Madre la Virgen María apenas concebido
y en tu precipitada fuga a Egipto.
Caminaste por los caminos sembrando el Evangelio,
multiplicando el pan, sanando los enfermos
y regresando al Padre en tu ascensión.
Ayúdame en este momento (presentar petición)
y concédenos fe inconmovible, esperanza confiada y alegre,
caridad ardiente y generosa, para ser migrante con paz en el alma
y llegar hasta tí cada día y el último día.
Amén.
Credo del migrante
Creo en Dios Todopoderoso, quien guió a su pueblo en el exilio y en el éxodo, el Dios de José en Egipto y de Daniel en Babilonia, el Dios de los extranjeros e inmigrantes.
Creo en Jesúcristo, migrante de Galilea, quien nació lejos de su gente de su casa, quien tuvo que huir del país con sus padres cuando su vida estuvo en peligro, y quien al volver a su propio país tuvo que sufrir la opresión del tirano Poncio Pilato, el sirviente de un potencia extranjera. Fue perseguido, golpeado, torturado y finalmente acusado y condenado a muerte injustamente. Pero que en el tercer día, este Jesús rechazado resucitó de la muerte, no como un extranjero sino para ofrecernos la ciudadanía celestial.
Creo en el Espíritu Santo, el inmigrante eterno del Reino de Dios entre nosotros, quien habla todos los idiomas, vive en todos los países y une a todas la razas.
Creo que la Iglesia es el hogar seguro para todos los extranjeros y creyentes que la constituyen, que habla el mismo idioma y tiene el mismo propósito.
Creo que la comunión de los santos comienza cuando aceptamos las diferencias y acogemos al migrante. Creo en el perdón, el cual nos hace iguales y en la reconciliación, que nos identifica más que una raza, lenguaje o nacionalidad.
Creo en la Resurrección, en la que Dios nos une como un pueblo en el cual todos somos distintos e iguales al mismo tiempo.
Creo en la vida eterna más allá de este mundo, donde ninguno será inmigrante sino que todos seremos ciudadanos/as del Reino de Dios que no tiene fin. Amén.