Norma Pineda Velásquez llegó con su esposo hace 19 años a Connecticut; hace 16 fundaron su exitosa fábrica de cercas West Stamford Fence, pero nunca se olvidan de San Ildefonso Ixtahuacán, su pueblo natal, ni de los más necesitados. Ella relata su historia y muestra que para el éxito y la empatía nunca hay bardas.
«A los seis años empecé a trabajar, haciendo limpieza y ayudando en el oficio en casas. No tuve muñecas, ni juegos, crecí trabajando a causa de la pobreza», relata Norma Pineda Velásquez, migrante guatemalteca originaria de San Ildefonso Ixtahuacán, Huehuetenango y residente desde hace dos décadas en Stamford, Connecticut.
Junto a su esposo, Juan fundaron West Stamford Fence, empresa que fabrica bardas de metal o madera, al gusto y necesidad del cliente, con calidad al detalle, por lo cual figura en el top de su ramo en el Estado. Pero su éxito no les hace olvidar de la necesidad ajena y efectúan actividades benéficas en su natal Ixtahuacán, con participación de otros paisanos migrantes en EE.UU. Esta es su historia.
Norma emprende un camino con Juan
«Soy Norma Pineda Velásquez, soy esposa y madre de dos maravillosos hijos. Llegué en el 2005. Vine junto a mi esposo, Juan Velásquez. Soy de San Ildefonso, Ixtahuacán, departamento de Huehuetenango. Orgullosamente copalera».
«Había intentado venir a los 14 años, pero no fue posible. Dios sabrá por qué. Conocí a mi esposo, sabía que yo quería ayudar a sacar adelante a mi familia. me motivó y me dijo: Yo te ayudo. Él ya había estado una vez en EE.UU. y eso me ayudó a entender y tomar el ritmo de la vida».
Comienzos difíciles y una transformación
Norma empezó su vida migrante en EE.UU. trabajando en un restaurante, lavando platos. Después fue a una fábrica de crema Nivea. Pero le rondaba la idea de tener su propia empresa. La motivación surgía a partir de experiencias desafortunadas:
«Mi esposo siempre ha dicho que el que no arriesga no gana. Estamos dentro de las 3 mejores y él se dio cuenta que yo sufrí demasiada discriminación en el trabajo, por no hablar inglés o no pronunciarlo bien. Me ayudó a estudiar y cuando lo aprendí, me convencí que deseaba atender a la gente en nuestra propia empresa».
«Juan, mi esposo tuvo muchos trabajos y uno de ellos fue en herrería. Uno no nace sabiendo, el trabajo lo va enseñando a uno. Conoció a un italiano que le enseñó mucho sobre cercas, de malla, de tablas, de muchos materiales. Y nos lanzamos al agua, con la empresa. Hubo mucho sacrificio, esfuerzo y seguimos trabajando por dar buena calidad. West Stanford Fence LLC tiene ya 16 años.»
El éxito, la humildad y la solidaridad se enseñan
Al felicitarla por su buen posicionamiento dice: «Nada es imposible, cuando uno quiere, todo se puede. Cuando ganamos, está bien; si nos toca la de perder, por lo menos lo intentamos y seguro algo aprendimos. Con la ayuda de Dios no existen los límites».
Sus dos hijos, Katie Anahí de 16 y John Dominic de 12, ya participan y ayudan en la empresa, pero también se proyectan a la comunidad con espíritu de servicio aprendido de sus padres.
«Katie fue Señorita Independencia 2023-24 de Miss Guatemala Connecticut. Cuando ella ganó ese título, tuvimos una seria conversación con ella. Le dije que portar una corona y el llevar esa banda es un compromiso grande. Y ella lo comprendió: durante su reinado realizó proyectos de ayuda humanitaria, tres en San Ildefonso, uno en Escuintla y otro aquí en Stamford».
«Reunió ayuda para ancianos en Guatemala, recolectó 170 juguetes para niños y juntó ayuda económica para alguien que necesitaba tratamiento médico. Aquí en Stamford participó en ALTA, un programa para ayudar a estudiar y empoderar a alumnos de secundaria y poco antes de entregar la corona, reunió fondos para dar cobijas a ancianos de un hogar.
Dominic, por su lado, recolectaba botellas plásticas para reciclaje y llegó a juntar US$500, que encargó a su mamá para que se los guardara. De pronto tuvo oportunidad de viajar a Guatemala y le dijo a su mamá, yo también usaré el dinero para un proyecto. «Vio a niños que jugaban futbol en el campo de San Ildefonso y Dominic compró 33 pelotas profesionales de futbol y se las obsequió a los niños de escasos recursos. No quería que nadie lo supiera, pero cuando le pregunté por el dinero me dijo», relata Norma.
Pero esos frutos de caridad y servicio no son casuales, porque Norma y su esposo participan en un grupo llamado Solidaridad sin Fronteras.
Migrantes de San Ildefonso se solidarizan con su comunidad
«ESte grupo se fundó el 8 de julio del 2015, con paisanos de Ixtahuacán que están aquí en USA. Mi papá nos ayuda allá en Huehuetenango. Hemos efectuado donativos de víveres, de juguetes, también de zapatos a niños lustradores, en cada fin de año siempre damos canastas navideñas. Nunca nos olvidamos de nuestra comunidad».
«Es que mi papá siempre nos decía donde come uno, come dos. Y yo le agrego: hasta tres, pero si todos ayudamos, comen muchos más».
Y así es, con todo y su éxito, y a pesar de la penuria de su infancia, Norma tiene una actitud de generosidad: «A pesar de lo que uno ha pasado en la vida, penas, dificultades, Dios es el único que se encarga de que uno tenga un corazón suave y manos abiertas para dar».
El gran sueño de Norma
Con todo el éxito como madre, emprendedora y guatemaltecas solidaria, parecería un poco de más preguntarle a Norma Pineda sobre su gran sueño. Pero en efecto, tiene uno, que espera poder complir:
«Poder tener un estatus legal en EE.UU. y así poder viajar a Guatemala, a Huehuetenango y así poder abrazar a mis padres. Hace casi 20 años que no los puedo abrazar y cuando uno piensa eso, se llena de nostalgia. Espero que Dios me permita poder lograrlo».