Rina Lazo (1923-2019) se formó como artista en México y allí descubrió su gran pasión por el muralismo. En sus obras predomina la temática sobre la grandeza de la civilización maya.
En una familia de origen mestizo, hija de Arturo Lazo (de raíces hondureñas) y Melanea Wasem (guatemalteca de ascendencia alemana), nació la que sería una de las voces artísticas más emblemáticas de Guatemala: Rina Melanie Lazo Wasem, mejor conocida como Rina Lazo.
Durante su infancia en Cobán, vivió cerca de comunidades q’eqchi’ y absorbió la riqueza cultural maya, una influencia que moldearía toda su obra de formas deslumbrantes.
Primeros pasos y formación
Estudió en un colegio alemán en la ciudad de Guatemala; luego inició sus estudios en la Academia Nacional de Bellas Artes (hoy Escuela Nacional de Artes Plásticas “Rafael Rodríguez Padilla”), donde se formó en pintura mural bajo la tutela de Julio Urruela, quien fue el autor de los vitrales del Palacio Nacional de la Cultura. Rina Lazo trabajó en la realización de dichos vitrales.
En 1945 ganó una beca otorgada por el gobierno del presidente Juan José Arévalo, tras ser reconocida por su obra Naturaleza muerta con Xipe, lo que le permitió continuar sus estudios en México en la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado “La Esmeralda”.




Compañera de Diego Rivera
Tan solo medio año después de su ingreso a La Esmeralda, fue invitada por el técnico de Diego Rivera, Andrés Sánchez Flores, a colaborar en el mural Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central, en el Hotel del Prado (hoy Museo Mural Diego Rivera).
Diego Rivera la consideró su “mejor estudiante” y su “mano derecha”. Desde 1947 hasta la muerte de Rivera en 1957, Rina participó como asistente en numerosos murales emblemáticos:
Una voz propia en muralismo
Tras el fallecimiento de Rivera, Rina continuó desarrollando su obra muralista con identidad propia. En 1949 pintó Los cuatro elementos, su primer mural independiente.
En 1954, realizó el significativo mural Tierra fértil en Guatemala, inspirado en escenas de la zona de Tikal. Este es su único mural realizado en Guatemala. Originalmente encargado para el comedor del Club Italiano, finalmente fue donado y restaurado en el Museo de la Universidad de San Carlos en 1981.
En 1959, creó Venceremos, otro mural con clara carga política, también en Guatemala, por el que recibió reconocimientos nacionales.
En 1966, empezó a trabajar en réplicas de los murales de Bonampak, dentro del Museo Nacional de Antropología de Ciudad de México, por encargo de Pedro Ramírez Vázquez; estas reproducciones reflejan su profundo respeto por las culturas prehispánicas.
Además, realizó el mural transportable Inframundo de los mayas destinado al Mexic-Arte Museum en Austin, Texas, inspirado en las cuevas de Cobán, su región natal.
Obra de caballete y docencia
Aunque su fama se consolidó en los grandes murales, Rina también cultivó la pintura en lienzo. Su primera obra premiada fue Por los caminos de la libertad (1944) y aproximadamente unas 40 piezas de caballete y gráfica fueron identificadas en museos y colecciones privadas de México y Guatemala.
Egresada en 1954 de La Esmeralda, se dedicó también a la docencia: impartió clases en la Escuela de Restauración del INBAL, en la escuela de Bellas Artes de Oaxaca, en la Casa del Lago (Chapultepec) y en seminarios y talleres en diversos espacios como el Museo Nacional de Antropología, la Casa de la Cultura de Oaxaca, así como en ciudades extranjeras como Leipzig y Pyong Yang.
Reconocimientos y legado
Valores e importancia cultural
Rina Lazo representó una voz artística que definía el muralismo como herramienta de memoria histórica, identidad y lucha social. Fue una de las primeras mujeres muralistas en México, lo que la posiciona también como referente en la defensa del espacio de las mujeres en el arte público.
Ella afirmaba con orgullo ser “mesoamericana”, entendiendo que México y Guatemala compartían un mismo legado cultural profundo. Su trabajo con las culturas indígenas, especialmente la maya, fue una constante temática y motivación en toda su obra (Bonampak, Tikal, cosmovisiones, mitos, espiritualidad).
Su partida y legado final
Rina Lazo falleció el 1 de noviembre de 2019, en su casa en Coyoacán, Ciudad de México, a los 96 años de edad, tras sufrir un infarto. Su muerte fue lamentada por instituciones como el INBAL, la Secretaría de Cultura, y el Sistema de Transporte Colectivo Metro, que recordó su legado artístico y su influencia en espacios públicos desde la década de 1970.
Según su hija, Rina siguió pintando hasta poco después del fallecimiento de su esposo, el también artista Arturo García Bustos (2017). Solo tras su partida detuvo su labor artística, aunque retomó en 2018 para concluir su mural final, el Inframundo de los mayas, que fue expuesto en el Palacio de Bellas Artes, cumpliendo así su gran aspiración como artista femenina en un espacio tradicionalmente dominado por hombres.
Rina Lazo fue una figura fundamental del muralismo mesoamericano. Su trayectoria desde Guatemala hasta México dio origen a una obra monumental, impregnada de identidad, justicia social y memoria ancestral.
Como dato curioso, al final de toda una vida pletórica de arte y creatividad, Rina Lazo pintó un último cuadro: el Inframundo Maya, en 2019. Aquel 1 de noviembre falleció. Pero su legado sigue vivo.
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