Estudio de Migration Policy Institute señala las dificultades que afrontan los migrantes deportados desde Estados Unidos para incorporarse económicamente en sus países de origen
Un informe del Migration Policy Institute (MPI) advierte que miles de guatemaltecos retornados desde Estados Unidos enfrentan un proceso de reintegración lleno de obstáculos: desde la falta de empleo y documentos de identidad, hasta la discriminación social y la persistencia de las causas que los llevaron a migrar.
Según el estudio, titulado “Reception and Reintegration of Returnees to Mexico and Central America”, el retorno no suele significar el fin del ciclo migratorio.
“En muchos casos, los retornados se encuentran en una situación tan precaria como la que los llevó a salir del país”, señala el análisis, que recomienda a los gobiernos de la región adoptar estrategias más integrales de recepción y apoyo. De enero a septiembre 2025 fueron deportados de Estados Unidos 35,367 guatemaltecos.
Migrantes en su propia tierra
Uno de los principales retos señalados por el MPI es la dificultad para obtener documentos de identidad o reactivar servicios básicos como salud y educación. Sin estos, los retornados quedan marginados de la vida económica y social.
El informe también subraya la brecha entre las habilidades laborales adquiridas en Estados Unidos y las oportunidades disponibles en Guatemala. Muchos retornados poseen experiencia en construcción, cocina o servicios, pero se topan con mercados informales y mal remunerados.
“Volver no es fácil. Uno se acostumbra a otro ritmo, a otra forma de trabajar, y aquí cuesta empezar de nuevo”, comenta José, un guatemalteco retornado de Maryland citado por el informe.
A esto se suma el estigma social. En comunidades rurales, regresar puede interpretarse como un “fracaso” o, incluso, despertar sospechas sobre vínculos o la verdadera pertenencia de la persona, lo que agrava el aislamiento.
Causas estructurales que persisten
El MPI advierte que los factores que impulsan la migración —como la falta de oportunidades, la inseguridad y la debilidad institucional— siguen presentes en Guatemala, Honduras y El Salvador. “La reintegración será limitada mientras no se aborden las causas estructurales que empujan a las personas a salir”, afirma el documento.
Además, muchos retornados no reciben orientación antes de volver. Carecen de información sobre programas de apoyo, formación o acceso a empleo, lo que reduce las posibilidades de establecerse de manera estable.
Un desafío de política pública
Expertos consultados por el MPI consideran que los gobiernos deben pasar de las respuestas asistenciales a una política sostenida de reintegración, que incluya atención psicosocial, capacitación laboral y coordinación entre instituciones.
“El retorno debe entenderse como una oportunidad de aprovechar las capacidades que los migrantes adquirieron en el exterior, no como un problema que se deja a su suerte”, indicó la investigadora Jessica Bolter, coautora del informe.
En el caso de Guatemala, organizaciones como Conamigua y varias asociaciones de migrantes en Estados Unidos han pedido mejorar los programas de reinserción laboral y acompañamiento emocional, especialmente para jóvenes y mujeres retornadas.
El estudio del Migration Policy Institute deja claro que el retorno no cierra la historia migratoria de los guatemaltecos, sino que abre un nuevo capítulo que requiere políticas públicas sólidas, acompañamiento social y un cambio cultural.
Mientras tanto, muchos retornados siguen debatiéndose entre reconstruir su vida aquí o intentar nuevamente el incierto y temido viaje al norte en condiciones mucho más adversas que nunca.













