Lugar de Voces

“Otro paraje, otra Navidad”: así describe migrante guatemalteco el fin de año en Canadá y en Guatemala

"Emigrar es una herida que aprende a caminar. A veces sanada, a veces discreta, a veces sollozando cuando llega diciembre"

En Navidad la memoria se alza como el retorno de una obstinada mariposa Monarca. Efectivamente, trae nostalgia; pero también esa alegría ancestral que no sabemos explicar. La vida es breve —un atisbo en la inmensidad— y por eso con dignidad abrazamos al presente sabiendo que no habrá otro momento igual.

La Navidad… perfume de esperanza. Es tiempo de familia, de emociones que se mezclan sin pedir permiso, de extender la mano a quien atraviesa un mal momento y decirle; con la voz más solidaria que podamos, en esta vasta noche del mundo, que no está solo. Porque la verdadera belleza de vivir no está en los muros que la albergan, sino en los rostros que iluminan sus espacios. 

En Montreal, un manto blanco

En Montreal, la Navidad cae como un blanco manto. La nieve —igual que persistentes tiernos cristales, casi místicos — como « El violinista en el tejado », son música y poemas invisibles. La ciudad respira hechizada, cautelosa. Las casas, tímidas y cálidas, laten tras las ventanas, exhalando luces cristalinas de su gélidos vidrios.

Allí la fiesta se recoge, crea un santuario íntimo: manos que se buscan, voces que se vuelven hogaza, y un pavo que humea como un rito antiguo mientras el tiempo se sienta con nosotros y escucha el murmullo interior de cada alma. Y bajo esa nieve silenciosa, casi sagrada;

Viven los ecos de las primeras naciones de esta tierra —los Innu, Atikamekw, Kanien’kehá:ka—que han sabido dialogar con el invierno desde mucho antes que la colonia.

En Guatemala, un volcán de colores y encuentros

Así en Guatemala, la Navidad no desciende: irrumpe. Llega con la fuerza de un corazón que se desborda. Los cielos estallan en colores, las calles palpitan en risas. El aire es un Huipil vivo, tamales, pólvora y pino. 

Allí la gente no celebra: arde. Las puertas son ríos abiertos,los vecinos son familia por decreto del alma. Y la noche un volcán encendido, una llama ancestral que recuerda que la alegría también puede ser fuego. 

Y en esa tierra vibrante, la memoria de los pueblos mayas —K’iche’, Kaqchikel, Q’eqchi’, Mam y tantos otros— resuena como un antiguo eco de tambor que aún sostiene el espíritu de la fiesta y la altivez de sus montañas. Una llama ancestral que recuerda que la alegría también puede ser esta tierra vibrante, la memoria de los pueblos mayas 

Una Navidad es un susurro que busca calor. La otra, un latido que no cabe en sí mismo. Y ambas, milagrosamente, me habitan.

volcan de fuego por carlos martinez – SoyMigrante.com REVISTA
La Navidad en Guatemala es un volcán encendido, afirma desde Canadá el arquitecto, escritor, fotógrafo guatemalteco Carlos R. Martínez. (Fotografía del volcán de Fuego Carlos Martínez)

Navidad es un milagro que sobrevive a todo

La Pascua no entiende de geografías: no es nieve, ni estallido, no es quietud, ni algarabía… Es un milagro que atraviesa almas, cuerpos, lenguas, historias y fronteras. Es un puente.

Montreal celebra hacia adentro, como quien guarda un tesoro.

Guatemala celebra hacia afuera, como quien comparte el fuego. 

Ambas sinceras. Ambas singulares y bellas. Ambas necesarias. Una me enseña a escuchar mi respiración. La otra me recuerda los volcanes que me vieron nacer y el eco milenario que aún vive en su gente.

Simbólicamente la Navidad no es trivial: es un diminuto milagro que sobrevive a todo. Tiene aroma de manzanilla y fragante pino. Fulgor de luz que no se apaga, y la buenaventura —humilde y luminosa— de un corazón que recuerda el camino recorrido y el hogar que, en dos tierras distintas, lo sigue esperando.

fotografía carlos martinez guatemalteco en canada arquitecto – SoyMigrante.com REVISTA
Carlos R. Martínez, arquitecto guatemalteco en Canadá, reflexiona sobre la fugacidad del tiempo: los días, los años, las Navidades y la valoración que se debe hacer de esta temporada, que en él presenta dos vivencias: la guatemalteca y la canadiense.

Ésa es mi verdadera Navidad: un pacto silencioso entre el ser humano y el planeta, una promesa de cuidar lo que nos sostiene, sí!, un instante donde comprendemos que la Tierra esta viva, es la única estrella que verdaderamente podemos abrazar.

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Somos una plataforma que busca reconocer y dignificar a los migrantes guatemaltecos en los Estados Unidos. Producimos contenidos con el fin de contribuir a su desarrollo personal, familiar y comunitario.
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