La vergüenza, aunque es una emoción natural, no tiene lugar en la búsqueda de trabajo ni en la realización de trámites.
Enfrentarse a situaciones que requieren interacciones sociales, como hacer trámites o buscar trabajo, puede despertar sensaciones de vergüenza en algunas personas. Sin embargo, esa vergüenza puede ser un obstáculo más que un aliado, impidiendo aprovechar oportunidades o realizar tareas necesarias. De hecho, cuando la vergüenza es extrema, puede llevar al aislamiento, creando barreras que limitan el desarrollo personal y profesional.
¿Por qué la vergüenza no sirve de nada?
La vergüenza es una emoción natural que todos hemos sentido en algún momento, especialmente cuando nos enfrentamos a lo desconocido o tememos ser juzgados. Sin embargo, en situaciones como la búsqueda de empleo o la realización de trámites, esta emoción no solo es innecesaria, sino que puede convertirse en un freno.
La vergüenza extrema y el aislamiento
Cuando la vergüenza se convierte en una barrera constante, puede derivar en aislamiento social. Evitar situaciones que generan incomodidad –como interactuar con otros, solicitar apoyo o exponerse en público– puede alejar a las personas de oportunidades importantes. Este aislamiento puede afectar no solo la vida profesional, sino también la personal, limitando el crecimiento y las relaciones.
El problema es que cuanto más se evita la interacción por vergüenza, más difícil se vuelve salir de ese ciclo. Poco a poco, las oportunidades se pierden y el individuo se queda atrapado en su zona de confort, sin avanzar.
¿Cómo superar la vergüenza?
Superar la vergüenza, según la psicóloga Laura Armas, no solo abre puertas a nuevas oportunidades, sino que también evita el aislamiento que muchas veces resulta de una vergüenza extrema. Aprender a actuar con seguridad y a enfrentar las situaciones con una actitud positiva es fundamental para crecer tanto a nivel personal como profesional.