La rosa de Jamaica es una flor que da una bebida muy refrescante y conocida en Guatemala.
En muchos hogares guatemaltecos, especialmente en época de calor, no puede faltar un vaso frío de rosa de Jamaica.
Esta flor, más allá de ser refrescante y de color vibrante, tiene una historia, un valor económico y propiedades que la convierten en una de las bebidas naturales más apreciadas del país.
¿Qué es la rosa de Jamaica?
La rosa de Jamaica, conocida científicamente como Hibiscus sabdariffa, es una planta de origen africano que ha echado raíces en Latinoamérica, especialmente en México, El Salvador y Guatemala. En el país, se cultiva principalmente en regiones cálidas como Suchitepéquez, Jutiapa, Jalapa, Chiquimula y parte de Alta Verapaz, donde el clima favorece su crecimiento.
La parte que se utiliza para preparar bebidas es el cáliz seco de la flor, de un tono rojo intenso, que se recolecta y se seca al sol.
¿Cómo se prepara?
¿Cuánto cuesta?
El precio de la rosa de Jamaica varía según la temporada y el lugar. En mercados municipales como el de La Terminal en Ciudad de Guatemala o en mercados cantonales del oriente del país, puede costar entre Q15 y Q25 por libra, dependiendo de si es de producción local o importada. Algunas tiendas de productos naturales la venden empacada en bolsas pequeñas, especialmente en zonas urbanas, a un precio más elevado.
En temporada alta (diciembre y Semana Santa), su demanda sube, ya que es muy utilizada para acompañar comidas típicas y como bebida alternativa a los refrescos industriales.
Un cultivo con potencial económico
Aunque la rosa de Jamaica no es un cultivo masivo en Guatemala, tiene potencial. Según algunos agricultores del oriente del país, la planta es resistente, no requiere demasiada agua y puede cosecharse varias veces al año. Además, el interés por bebidas naturales y saludables está creciendo, lo que abre oportunidades para pequeños productores y cooperativas.
Propiedades y beneficios para la salud
Una tradición que florece
La rosa de Jamaica es más que una planta: es un símbolo de la cocina casera guatemalteca, una alternativa saludable frente a los refrescos artificiales y una oportunidad para pequeños agricultores.
En cada vaso de esta bebida hay una historia: de mujeres que la preparan con cariño, de mercados llenos de color, y de tierras guatemaltecas que siguen floreciendo.
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