Durante la pandemia, la migrante Karolin Rascón-España y su familia escucharon un sermón en TV en el que se habló de la desnutrición infantil en Guatemala. Sus hijas Kiara y Kaili le dijeron: "Tenemos que hacer algo". Así nació KIKA. Con apoyo de amigos y estudiantes envía ayuda alimentaria al Corredor Seco, en Guatemala.
KIKA es una bolsa de alimentos donada por migrantes para familias del corredor seco.
KIKA es la organización no lucrativa dirigida por Karolin Rascón-España migrante guatemalteca originaria de Chiquimula y residente en Los Angeles, California desde 1994.
KIKA es la suma de las primeras sílabas de los nombres de sus hijas Kiara y Kaili, que fueron quienes impulsaron el inicio de este proyecto que actualmente envía alimentos a unas 60 familias necesitadas en aldeas de Jocotán, Chiquimula, zona de gran inseguridad alimentaria de la cual un pastor habló durante una prédica televisada en tiempos de pandemia.
“Era 2020 y no podíamos ir presencialmente a la Iglesia, así que vimos el sermón en línea. El pastor mencionó que Guatemala es el país con más desnutrición crónica infantil de toda Latinoamérica y que muchos niños necesitaban alimento, pero por la pobreza padecían hambre”, cuenta Karolin desde Los Angeles.
“Cuando mis hijas, Kiara y Kaili escucharon eso tenían 14 y 15 años. Me preguntan ¿es cierto eso mamá?” Sí. “Tenemos que hacer algo. No podemos quedarnos sin hacer nada”, dijeron. Así nació un proyecto de amor, generosidad y unión familiar y comunitaria desde Los Angeles para aldeas del Corredor Seco, en alta vulnerabilidad alimentaria, en Chiquimula, Guatemala. Y esta es la historia.
Una fiesta se convirtió en un acto solidario
“En ese tiempo ya venían los 15 años de Kaili, pero por las restricciones sanitarias no sería posible hacer una fiesta. Ella me dijo: Mamá, usemos el dinero de la fiesta para comprar víveres y ayudar”, relata Karolin.
A través de familiares, una maestra y el director de una escuela de Chiquimula, que ya estaban haciendo un programa de ayuda se hizo un primer donativo para comprar víveres para entregarlos a niños. “Nosotros queríamos ayudar a los niños, pero estaba muy difícil llegar solo a ellos pues sus familias, sus padres, también sufrían por la desnutrición en Jocotán y Camotán. Así que empezamos a hacer bolsas de alimentos para las familias”.
¿Cómo recaudaron los primeros fondos? “Mi cumpleaños es el 15 de diciembre. En 2020 aproveché para decir a familiares y amigos, unos días antes: no me traigan ningún regalo de cumpleaños, mejor den una donación para ayudar a los niños. El primer año solo fueron 10 donativos, pero algo ayudamos”, agrega la migrante guatemalteca, que vive en EE.UU. desde 1994.
Festejo de cumpleaños 2024 de Karolin España para recaudar fondos
KIKA nace de valores en familia
“Cuando KIKA nació pensé que sería un proyecto solo durante la pandemia. Pero creció por el entusiasmo de mis hijas y porque otros jóvenes se dieron cuenta de lo que ellas estaban haciendo y empezaron a apoyarlas en el KIKA Club. Aquí la gente cree que solo en África hay hambruna, pero se sorprenden al ver que en Guatemala hay regiones de alta pobreza y desnutrición”, expresa Karolin.
“Para colectar dinero tuvimos que registrar legalmente a KIKA, fueron muchos trámites. Y ellas por ser menores no podían hacerlo, entonces yo quedé presidiendo la organización. Su entusiasmo me hizo amar este proyecto. Además, yo siempre les aconsejo que siempre hagan algo por los demás”, comparte la migrante guatemalteca.
Siempre se puede ayudar más
“Trabajamos con mucha seriedad. Nos ayudan enfermeras locales para hacer un perfil de cada niño, con preguntas y datos sobre su situación, se le toma una fotografía para registro. Cada mes nos llega un listado: Se arma la bolsa con el nombre del niño pero también el nombre del donante que entregó 30 dólares para comprarle víveres. Eso permite que el niño conozca quién le ayuda y que el donante vea el correcto uso de su dinero”, dice Karolin.
En cada evento que se da en la comunidad, como en la Independencia o el desfile de la Hispanidad, KIKA participa, para ofrecer playeras a quien desee colaborar. Kiara y Kaili hacen videos en redes sociales para promocionar las prendas y así contar con recursos para el siguiente mes. Su entusiasmo es inspirador.
Además de víveres, KIKA también ha aportado útiles escolares, colchonetas, celebraciones de Día del Niño.
La historia de Karolin, presidenta de KIKA
“Mi mamá migró a EE.UU. cuando yo tenía dos años y mi hermano solo unos meses. Me quedé con mi abuelita y con mis tíos gemelos. Tuve siempre amor, mucho amor de mi familia. Mi mamá regresó cuando yo tenía 7 años, para llevarme con ella. Pero mi abuelita no dejó. Mamá regreso cuando tenía 11 y luego cuando tenía 15 años. Tampoco. Fue hasta que cumplí 20, que me mudé con mi mamá”
El cambio no fue sencillo y fue todo un desafío: “Yo estaba estudiando primer año de odontología, pero en EE.UU. ya no pude seguir. Lloré mucho por mis amigos. EStudié higienista dental, que no era lo mismo, pero pude trabajar en eso. Hice un trato con mi mamá: que podría viajar a Guatemala dos veces al año, una en vacaciones de verano y la otra en diciembre para pasar la Navidad en Chiquimula”, relata la madre, esposa y migrante guatemalteca.
“Cuando me casé, me dediqué a cuidar a mis hijas. Dejé de trabajar varios años, pero ahora estoy en un programa de la Iglesia en el cual capacitamos a mamás para que se empoderen, conozcan sus derechos y mejoren sus vidas”.
La misión crece y Dios siempre provee
Para los repartos de víveres, que se hacen en orden y solo para niños debidamente registrados, Karolin cuenta con el apoyo de una iglesia local, que conoce cada caso y lleva un control de entregas.
Karolin viajó en 2022 a Guatemala por un duelo familiar, pero coincidió con un reparto de bolsas de alimentos. “Ver esos rostros de niños felices al recibir comida me llenó de más energía y motivación. La necesitaba porque a veces no hay recursos suficientes. En una ocasión, yo estaba desanimada, pensando si seguir o no. Esa noche me llama una persona que tenía tiempo de no hablarme y me dice: Karolin, he querido hablar contigo para decirte que cuentas con mi apoyo en lo que tú necesites y tengo una donación para ti”.
La migrante guatemalteca lo sintió como un llamado de Dios a seguir adelante, aunque haya cansancio y aparentemente no sea posible continuar: “Señor esto es para tu honra y gloria. Te lo entrego y tu lo tienes en tus manos. Sé que siempre vas a proveer, aunque haya 60, 100 niños, no nos va a faltar para dar”.
Y es así como KIKA volverá a alegrar la Navidad y sembrar esperanza en muchos niños en aldeas lejanas del corredor seco en Guatemala, todo gracias a una prédica que fue escuchada por dos jovencitas, Kiara y Kaili, que siguen adelante con su esfuerzo siguiendo el consejo de su mamá: Karolin.