En la historia del migrante y dreamer guatemalteco José Coronado hay madrugadas oscuras, matemática, literatura, ángeles en forma de maestras y también zancudos de Florida que lo picaron, pero así le ayudaron. ¿Cómo así? Aquí te lo contamos.
«Estoy luchando por algo grande para Guatemala», dice José Coronado, analista ambiental y comunitario para la organización CASA de Maryland, que en repetidas ocasiones ha apoyado a los migrantes y la petición de un TPS para Guatemala. Pero para José, el TPS es una convicción personal a partir de su experiencia migrante.
Llegó a EE.UU. a los 4 años, específicamente a Florida, junto a sus padres migrantes y dos hermanos: uno mayor y otro menor que él. Está inscrito desde 2012 en el programa de Acción Diferida, o DACA, que impide la deportación de niños y jóvenes estudiantes migrantes indocumentados.
Ello le permitió cursar la escuela, egresar de High School y llegar a la universidad. No lo sabía, pero era un «gifted boy», un niño de inteligencia privilegiada y esto le abrió las puertas de Harvard University, en Boston, donde estudió dos carreras juntas: Matemática y Literatura.
Actualmente trabaja en un instituto de investigación social y legal en Washington D.C., lo cual le pone en contacto con congresistas y otras autoridades. Y desde ese umbral, colabora con el Movimiento TPS Guatemalteco. Es uin dreamer, pero su sueño es muy concreto: ayudar a conseguir este beneficio para millones de compatriotas migrantes.
Jose Coronado Flores, a DACA Recipient from Guatemala demands an end to detention and deportation. #DignityNotDetention #voiceofthemovement #MayDay pic.twitter.com/QDcP6GvlsA
— CASA (@CASAforall) May 1, 2022
Sin saber leer ni escribir en inglés... y un ángel
Originario de Chiquimula, José llegó en 2001, tenía 4 años. Llegó con sus padres. Tenían familiares en Florida, que estaban en EEUU en la década 1980.
«Mis padres viajaron con todo y nosotros a Florida allí un hospital llamado Shriners, que brindaba ayuda. MI hermano menor lo necesitaba, porque nació prematuro y no podía caminar. MIs papás buscaron ayuda médica en Guatemala pero alguien les contó de ese hospital. En Holiday Florida, al norte de Tampa, nos recibió mi tío, que llegó en la época de Ronald Reagan. En ese tiempo casi no había guatemaltecos en el Estado».
José entró a kindergarden. «Aprendí a hablar en inglés, pero no sabía como escribirlo, ni leerlo. Al llegar a primer grado, cuando me decían que leyera o escribía, bajaba la cabeza y me ponía a llorar. Eso me atrasó un poco».
Pero de pronto apareció un ángel en su vida: «Había una maestra hispana que le dijo a mi mamá, trae al niño cada mañana de martes y jueves y yo le voy a enseñar. Hicimos eso seis meses y aprendí».
Cambios, separaciones y dificultades
Los papás de José se separaron. Ella se fue a Maryland. Se llevó a sus tres hijos. A todo esto, el diagnóstico de su hermano menor, Gabriel, era parálisis cerebral. «Hoy en día Gabriel aún no puede caminar, pero en su mente está bien.
y hasta pudo ir a la universidad aquí», cuenta José. Su hermano mayor, Édgar, decidió regresarse a Florida pero se llevó a José y a Gabriel. «Édgar tenía una novia aquí y me convenció de regresarnos con mi papá».
El papá laboraba en cuidado de adultos mayores, con un salario mínimo por ser indocumenentado. Esto conllevó a que vivieran en un área conflictiva, donde había distribución de drogas.
Por diversos problemas, a Édgar lo mandó el papá a Maryland y se quedaron solo José y Gabriel con él en Florida.
«Por sus horarios de trabajo no nos podía cuidar mi papá. Así que yo me encargaba de cuidar a mi hermano Gabriel. Madrugaba, lo bañaba, le daba desayuno, le ayudaba con su tarea y lo encaminaba a su bus. Eso me dejaba 15 minutos para ir a tomar mi bus, pero a veces lo perdía. Llegaba tarde, me daba sueño y mis calificaciones empezaron a bajar».
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Matemáticas, mosquitos y otro ángel
A pesar de todo, hubo una materia en la que José nunca bajó las notas: matemáticas. cuando estaba en séptimo grado (aprox. primero básico en Guatemala), los maestros detectaron eso y lo pusieron en clases de matemáticas avanzadas. En la escuela había un programa para «gifted Boys»: niños prodigio. Pasó la prueba y su inteligencia lo guió.
«Al llegar al grado 9, High School estaba en un programa llamado Bachillerato Internacional, en el cual todas las clases son casi de nivel universitario». José se mantenía estudiando, durmiendo, haciendo tareas y cuidando a su hermano».
Pero a diario, por su horario de trabajo, su papá lo tenía que pasar dejando frente a la parad del bus a las 5 de la mañana. Pero el bus pasaba a las 7. «Era una oscuridad total, me pasaba dos horas sentado allí solo esperando».
Pero José tenía la esperanza de salir adelante. SAbía que si llegaba a ser un profesional podría ayudar a sus padres, crecer, avanzar, tener un mejor futuro.
«A veces llegaban avisos de desalojo o les cortaban la electricidad por falta de pago Y esa adversidad me motivaba aún más a hacer algo. Esa esperanza me ayudaba a resistir aquellas dos horas diarias de espera durante dos años».
Sí, pasaron dos años en esa rutina. Pero en una ocasión, había muchos mosquitos en el área (¡es Florida!) y mientras Jose esperaba, se dieron un festín con él. «Me picaron toda la cara, los brazos, las piernas. Llegué mi escuela cubierto de ronchas. Una maestra me preguntó qué me había pasado. Y le conté, de los mosquitos, de la espera diaria desde la madrugada».
Y allí apareció otro ángel. La maestra (Miss Anne Carelli) le ofreció pasar trayéndolo a diario a casa. «Ella era maestra de español y francés, y aunque mi casa no quedaba en su camino, me ayudó».
La beca en la Universidad de Harvard
Después José se trasladó a Maryland de nuevo. Su mamá se había casado de nuevo y su esposo adoptó a Gabriel, que así recibió atención médica y terapias. José continuó el bachillerato internacional.
«En el condado Frederick, mi mamá y yo fuimos a una reunión en la escuela. Al ver mis exámenes y calificaciones, la consejera escolar me dijo: ¿A qué universidad quieres ir?»
«Yo tratando de ser humilde, dije, la universidad de California. Ella me dijo, ¿a qué universidad quieres ir de verdad? Le dije Harvard University, pensando que era algo imposible. Ella respondió: Te prometo que si sigues así, vas a entrar a Harvard».
Siguió estudiando fuerte, aplicó a una sola universidad Harvard, con beca completa. «Me aceptaron, yo no pagué ni un centavo para ir a Harvard. Son miles de miles los que solicitan entrar, incluso pagando y no digamos una beca».
Allí estudió Matemática y Literatura, se graduó en 2023. «Fue genial estudiar en Harvard, muy exigente, pero cultivé mi amor por la literatura… y la matemática».
El gran sueño de José: un TPS para Guatemala
Actualmente José trabaja en una organización que trabaja en justicia ambiental comunitaria, vivienda y migración. «Soy analista, me sirve mucho la literatura para escribir informes, pero también la matemática para hacer cálculos, estadísticas, proyecciones. Investiga temas que pueden afectar a las comunidades, por ejemplo contaminación de aire o agua por fábricas o incineradores de basura». Actualmente trabajan en una ley que obligue a fábricas contaminadoras a reducir emisiones y compensar a las comunidades donde se instalen.
Sin embargo, hay un voluntariado adicional que se ha convertido en sueño y misión. José Coronado está apoyando al Movimiento TPS Guatemalteco. ¿Qué le motiva?
«Pues primero todo ser guatemalteco. Pasé las dificultades de la exclusión migratoria pero en 2012 obtuve un permiso para estudiar gracias al programa de accion migratoria diferida, DACA. Soy un Dreamer y eeso me permitió estudiar y trabajar. Es un permiso que debo renovar cada dos años».
El TPS sería una gran ayuda para Guatemala porque mi país ha sufrido efectos de desastres ambientales que generan pobreza. «Cuando me reuno con la comunidad, los migrantes guatemaltecos trabajan mucho, así como mis padres, pero por su condición de indocumentados no reciben la misma paga. Un TPS les ayudaría a tener más protección.
La organización CASA, donde trabaja José ha apoyado a los migrantes y fue así como se unió. Así los ha puesto en contacto con congresistas y senadores estadounidenses. «Estamos luchando por algo grande, para Guatemala y lo vamos a lograr».