Mejorar la salud a la comunidad migrante hispana es una meta de Limayre Gramajo, quien participará en misión médica voluntaria de EE.UU. que estará en Guatemala del 7 al 19 de febrero próximos. Sus padres son migrantes originarios de Sibilia y Palestina de los Altos.
En el segundo año de secundaria nació el gran sueño de Limayre Gramajo: estudiar medicina para poder servir a la comunidad hispana migrante. Sus padres, Jairo y Sara Gramajo son migrantes guatemaltecos originarios del departamento de Quetzaltenango.
Limayre está próxima a graduarse de médica en la Universidad Estatal de Oklahoma. Cuando se enteró de la campaña de salud en Guatemala se encendio´su entusiasmo por el servicio. «Quería venir a servir a las mujeres guatemaltecas de áreas rurales que no siempre tienen acceso a servicio médico y a medicinas». El hecho de que fuera en el departamento de origen de sus padres le da aún mayor significado.
Fuertes raíces y valores
Limayre nació en California, al igual que su hermana Charlotte, pero hace 18 años los esposos Gramajo se trasladan a Oklahoma en busca de nuevos horizontes laborales. «Mi padre nació en Palestina de Los Altos, Quetzaltenango, tiene una compañía de construcción y mi madre trabaja en el mantenimiento de una tienda que vende mueblería. Ella nació en Sibilia, Quetzaltenango».
La identificación con Guatemala es fuerte: «Mis padres siempre me han inculcado la importancia de nuestra cultura y nunca olvidarnos de nuestras raíces. He viajado a Guatemala desde que tenía 8 años, a visitar a nuestros abuelos».
En la Universidad de Oklahoma se efectúan jornadas médicas voluntarias en diversos países del mundo, en colaboración con la organización de voluntariado Broader View (Visión amplia). «Usualmente son en áreas rurales de países con poco acceso a servicios. Yo no estaba matriculada en el programa, pero cuando supe que iban para Guatemala, como chapina yo dije: es imposible que yo no vaya con ellos
Recorrido de la jornada de médicos estadounidenses del 7 a 19 febrero
7 de febrero: Pacajá, Quetzaltenango.
8 de febrero: Llanos del Pinal, Quetzaltenango
9 de febrero: Chiquilajá, Quetzaltenango
12 y 13 de febrero: Totonicapán, cabecera
14 de febrero: Cantón Barrios, Olintepeque
15 de febrero: Xecaracoj, Quetzaltenango
16 de febrero: Momostenango, Totonicapán
17 y 19 de febrero: Trigales, Quetzaltenango
Convicción por la medicina
«En Estados Unidos la medicina es una carrera que toma de 12 a 18 años completar. Yo desde la secundaria tenía pasión por la ciencia y la medicina. Pero ello se afianzó en un período en que mi hermana estuvo muy enferma. Vivíamos, se podría decir, en el hospital durante 5 años. ella estuvo internada por largos plazos y pude entender el valor de un buen médico».
«Y fue más obvio el interés al ver que en EE.UU. no hay suficiente representación latina en la medicina. Solo un 4% de latinas son médicas.», agrega Limayre.
Al ser una carrera prolongada y cara, precisa de un largo esfuerzo. «Es una inversión grante, y es algo que una familia migrante no tiene. Tuvimos que acudir a becas y oportunidades financieras, hay préstamos educativos. Mis padres me ayudaron pero la mayoría son créditos que hay que pagar al empezar a trabajar», revela.
De hecho, a causa de esas deudas, Limayre no tenía recursos para pagar el viaje a Guatemala. Su familia y amigos empezaron a hacer colectas y ya casi van por la mitad. «Hemos tocado puertas y gracias a Dios los corazones se abren. Pero ahora pienso que si no se reúne, haría un pequeño préstamo.. porque ir a servir a las comunidades en Guatemala, la verdad, vale la pena», dicce con decisión.
El gran sueño de Limayre
«Hay falta de acceso de la comunidad migrante hispana de EE.UU. a servicios médicos. Existe una barrera lingüística y los pacientes no logran comunicar con confianza. Además, para el migrante la vida es dura, hay que pagar los bills y va dejando de lado su propia salud. En la comunidad médica siempre decimos que hay un hispano en sala de emergencia es muy posible que sí sea una emergencia crítica, porque no hay acceso y solo se acude cuando ya el caso es grave».
Precisamente por eso, LImayre espera poder llegar a servir también a los migrantes. «De qué me sirve a mí llegar a ser doctora si nunca más voy a ir a servir a una población hispanohablante. Para mí sería como echar a perder todo lo que me han enseñado mis padres»
Limayre tiene clara la especialidad a la cual se dedicará: «Estoy aplicando a la residencia médica para ser ginecóloga obstetra. Yo soy madre, fuí mama a los 17 años y fue un momento de mucha vulnerabilidad, y valoré tanto el apoyo de los médicos. Me pongo en la realidad de las madres que no hablan inglés, tienen miedo, ansiedad y apoyarlas en un parto ha sido transformador.»
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