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Así ocurrió el terremoto que asoló Antigua Guatemala el 29 de julio de 1773

El 29 de julio de 1773 empezaron los terremotos de Santa Marta, que redujeron a escombros a la Antigua Guatemala. Testigos oculares y cronistas coloniales relatan el desastre.

“La angustia no daba lugar a reflexiones.” escribió el cronista colonial guatemalteco Domingo Juarros, testigo del desastre que asoló a la ciudad de Santiago de los Caballeros, entonces capital de Guatemala, el 29 de julio de 1773. La Muy Noble y Muy Leal ciudad había sobrevivido a varios sismos, pero a este….

La tarde del 29 de julio de 1773, cuando la ciudad colonial de Santiago de los Caballeros de Guatemala aún estaba vestida para honrar a Santa Marta, el cielo pareció doblarse sobre la tierra. Era aproximadamente las tres y cuarenta y cinco de la tarde cuando el suelo del Valle de Panchoy empezó a sacudirse. 

En las semanas previas se tuviero temblores previos. Pero esta vez todo se sacudió violentamente. Aquella tarde de julio, sin embargo, la “advertencia” fue clara: una primera sacudida fuerte y breve. “Sobrevino un fuerte movimiento de la tierra… acometió otro de tan rápido, y descomunal estremecimiento que arruinó los templos y casas.”: cuenta José Manuel Laparte, escribano del cabildo.

En cuestión de segundos, el terremoto redujo a escombros los espléndidos edificios barrocos que hacían de Santiago una de las joyas urbanas del continente. Era el tercer asentamiento de la capital. El primero estuvo en Iximché, después en Almolonga y ahora… El arzobispado, los conventos de la Merced, Capuchinas, San Francisco y Santo Domingo, y la universidad jesuita, cayeron uno tras otro. Las campanas repicaron enloquecidas antes de desplomarse.

Un testigo relató que los temblores parecían un “corcovo de caballo indómito”, y que una “espesa nube de polvo” cubrió toda la ciudad. Desde los patios de los conventos, se escuchaban gritos, rezos y lamentos, mientras los fieles se arrodillaban “pidiendo clemencia al cielo”.

“No es fácil referir, aun a los que fuimos testigos de esta tragedia…”, escribiría tiempo después Domingo Juarros, ya en la nueva capital Guatemala de la Asunción.

El padre Antonio Croques, testigo ocular, se encontraba en el convento de San Francisco al momento del desastre: El día fatal se encontraba él en la iglesia de San Francisco con dos padres, uno de quienes, en el momento del temblor le tomó de la mano arrastrándole hacia el patio; el otro quedó sepultado bajo las ruinas del templo. Recordaba que las tejas volaron de los techos… con el pasar de los días las nubes de polvo eran sofocantes… la gente corría a las pilas para saciar la sed.

Juan González Bustillo, Oidor de la Real Audiencia cuenta, lo ocurrido tras el primer sismo de aquel 29 de julio de 1773: 

“No bien había pasado medio cuarto de hora, cuando sucedió el segundo de tan extraños, violentos, y contrarios movimientos, que en dos segundos, poco más o menos, destruyó todos, o la mayor parte de los edificios públicos, y de particulares, reduciéndolos, por lo que se pudo advertir, a un estado deplorable: de manera que en tan corto espacio de tiempo se vieron desplomar las bóvedas, cuartearse las más fuertes paredes de sillería unas, y de mampostería otras…”

“Espantoso y formidable montón de piedras y escombros. Se vio caer el magnífico, fuerte, y suntuoso Templo del Convento de Santo Domingo; en cuyo lugar de su fábrica no se advierte, ni se reconoce sino un espantoso y formidable montón de piedras, escombros o fragmentos de la total ruina” 

Se estima que más de 500 personas murieron al instante, y otras 600 fallecieron días y semanas después, víctimas del hambre, las heridas y epidemias como el tifus y la viruela.  La ciudad quedó desolada y la lluvia, propia del invierno, agravó la penuria. Esto condujo a la decisión de trasladar la capital a otro valle.

El debate fue feroz. Mientras muchos clamaban por reconstruir la ciudad —especialmente sectores eclesiásticos y artesanos—, las autoridades civiles, encabezadas por el presidente Martín de Mayorga, propusieron el traslado definitivo de la capital a un sitio menos vulnerable.

El arzobispo Pedro Cortés y Larraz, sin embargo, se opuso, defendiendo la permanencia en Santiago con fuerza y devoción. Pero la decisión fue tomada: en 1776 se fundó la Nueva Guatemala de la Asunción en el Valle de la Ermita —hoy Ciudad de Guatemala—.

Cerro volcánico en un paisaje rural con viviendas y agricultura, vista histórica en tonos sepia. – SoyMigrante.com REVISTA
Vista histórica del volcán en un entorno rural con viviendas y zonas agrícolas, en tonos sepia.

Santiago de los Caballeros pasó a llamarse La Antigua Guatemala. Las ruinas de sus templos, conventos y palacios permanecieron como cicatrices de piedra. No fue completamente abandonada: parte de su población resistió el traslado y continuó habitando entre los vestigios del esplendor colonial.

Más de dos siglos después, en 1979, la UNESCO la declaró Patrimonio Cultural de la Humanidad, reconociendo en sus muros caídos no solo belleza arquitectónica, sino también una historia de resistencia, tragedia y transformación. Los terremotos de 1773 no solo derribaron edificios: movieron la historia. La Guatemala moderna nació de esos escombros, entre pugnas políticas, reconstrucciones lentas y la mudanza de una capital. 

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Somos una plataforma que busca reconocer y dignificar a los migrantes guatemaltecos en los Estados Unidos. Producimos contenidos con el fin de contribuir a su desarrollo personal, familiar y comunitario.
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