Silvia Morán vive en Cicero, Chicago: ella es madre abnegada, migrante solidaria, hija agradecida, pero sobre todo una guatemalteca que da testimonio de valores en acción.
La amatitlaneca Silvia Morán ya tiene pedidos unos 300 tamales para la próxima Navidad, en Cicero, Chicago. “Siempre hago otros 200 a 250 extra para quienes los piden de última hora. Calculo que este año haremos entre 500 y 700”.
Se hace acompañar, para esta entrevista, de la fotografía de su padre. Su sonrisa cálida, su don de servicio, su interés por ayudar a los demás vienen de su ejemplo. “Mis papás son la razón por la cual yo soy lo que soy hoy en día”, dice con firmeza.
“Mis valores, mis costumbres y mis tradiciones se deben a mis papás. Mi papá es Juan Julio Morán, era electricista autorizado. Si alguien le pedía un servicio y no podía pagar, le ayuda”. De su mamá Alicia Agapita Hernández, también guarda un recuerdo de bondad. Silvia Morán creció en Amatitlán, creció en el barrio El Rosario, “a una cuadra del río Michatoya, cuando todavía se podía nadar”.
Un nuevo y difícil comienzo
Hace 21 años migró a Estados Unidos. Silvia Consuelo ya llevaba un título universitario de Licenciatura en Administración de Sistemas, que no valía nada en el Norte. “Al llegar a Chicago me vi perdida: porque es un mundo diferente. Llegas a algo que no conoces y a empezar de nuevo”.
“Cuando tú llegas aquí, te tienes que acoplar… yo traía la idea de trabajar en lo que me gradué, pero no conoces a nadie, el título universitario de Guatemala no tiene validez, aunque tengas experiencia y sepas de tecnología”
Ese choque encendió entonces otra herencia familiar: la cocina. “Empecé a vender caldo de res y otras comidas guatemaltecas. Empecé dentro del edificio de apartamentos donde vivíamos.”
Pero no era improvisación: “También saqué un título de chef… y conozco de nuestras tradiciones gastronómicas guatemaltecas.” No solo vende tamales, sino también paches al estilo amatitlaneco, que se degustan cada quince días .
Apoya a mujeres víctimas de violencia
Pero la vocación más profunda de Silvia Consuelo Morán no solo está está en la cocina, sino también en el servicio a la comunidad. Silvia trabaja en una institución que atiende casos de violencia doméstica. “Es un problema serio, pero a menudo los casos no se conocen, porque las víctimas tienen miedo. Sin embargo se pueden salvar vidas con ese trabajo”.
“Hay muchas mujeres víctimas de violencia, que usualmente son madres. Busco ayudas económicas para ellas: comida, vestuario, zapatos. Pero a su vez esta ayuda se extiende a familias en necesidad, que a menudo necesitan alimentos”.
Su filosofía de servicio a la comunidad nació de una necesidad personal: “Yo llevaba mi identificación de Guatemala para cambiar alguna mercancía en las tiendas y me decían: perdona, pero este país no está registrado en el sistema. ¿Cómo que no? Entonces dije: yo tengo que hacer algo, tengo que demostrar de dónde soy.”
Así nació Guatemaltecos Unidos en Cicero, un grupo comunitario que se ha convertido en puente, refugio y celebración. “Trabajamos de la mano para ayudar… no solo a nuestros hermanos guatemaltecos sino a toda persona que diga: necesito comida, necesito ayuda. Buscamos la manera de pedir ayuda.”
Reconocida por sus aportes
Su trabajo ha sido reconocido con premios como Ángel 2024 y Universal Awards 2025. “Sin darte cuenta caminas, y hay alguien que te ve y te nomina. Pero no es que busque reconocimiento, pero sí visibilidad de las necesidades que existen, para despertar más apoyo”.
Silvia predica con el ejemplo y sus tres hijos, que van creciendo en estatura y en conocimiento, son su orgullo. “Ellos son la base fundamental de mi corazón… mi motor.” Han crecido ayudando en actividades, recogiendo basura, apoyando ancianos, participando junto a ella en cada esfuerzo comunitario. Silvia se emociona al hablar de ellos:
“Ser madre soltera… al principio dices: no voy a poder. Pero sí puedes, porque ellos son una razón viva para avanzar.” El mayor de sus hijos está por graduarse de ingeniería en aeronáutica; los otros dos aún están en la escuela, pero tienen grandes objetivos.
El sueño de Silvia Consuelo es claro, grande y firme, anclado en el servicio. “Llegar a tener una comunidad guatemalteca unida grande, no solo en Cicero sino en todo Chicago”
Silvia Morán no pide reconocimiento; construye comunidad.
No persigue reflectores; abre caminos. No habla de fronteras; habla de personas. Y desde Chicago, sigue demostrando que una migrante guatemalteca puede transformar una ciudad entera… sin perder nunca el corazón amatitlaneco.
Guatemaltecas sin fronteras













