Elisa es emprendedora desde los 17 años, pero circunstancias del destino la llevaron a los 23 años hasta Connecticut, EE. UU. en donde se encuentra su corazón y desde donde dirige La Fototienda, en Guatemala
Elisa Escamilla viajó a EE.UU. a los 23 años en un viaje turístico que terminó siendo una vida. Su primer trabajo fue de pilota privada de automóvil en Connecticut, donde residían familiares.De la manera más inverosímil conoció a Tony Echevarría, su esposo, con quien cuidan del pequeño Anthony, nacido en 2017. Actualmente espera a su segundo hijo: una historia de ensueño que ella no imaginó al partir.
Tras salir de la secundaria en Guatemala, a los 17 años, Elisa Escamilla tenía espíritu emprendedor. Esta es la primera historia reporteada por SoyMigrante.com, muchos meses antes de su lanzamiento. Tardó mucho en ser publicada, así que muchas gracias a Elisa Escamilla por la paciencia y por posteriores actualizaciones. La conversación fue larga y este es un breve relato de un sueño de éxito inesperado a base de mucho trabajo.
"A los 17 años fundé mi primer negocio...
….era una óptica y venta de aros para lentes. La instalamos como una inversión con un novio que yo tenía. Cuando yo tenía 19 años ya estábamos comprometidos. Solicité una visa y me la denegaron. Pero yo igual quería viajar a cualquier lugar, pensé en Panamá pero hacía falta recursos”, relata Elisa.
“Vendí un carrito viejo que tenía, en 12 mil quetzales para invertirlos una segunda óptica. La instalamos en Quetzaltenango. Estudié Diseño Gráfico en la Universidad Mesoamericana y también fotografía, relata. Después compré un lote de aros para venderlos como mayorista. Iba de óptica en óptica, pero como era muy joven me miraban con desconfianza», relata Eliza por videoconferencia.
«Me pedían dejar la mercadería a consignación pero yo no podía dar crédito porque no tenía dinero de respaldo. El plan no estaba resultando. Y para colmo, terminó la relación con el prometido.
Yo estaba devastada. Se quedaron hechos los preparativos de boda y me quedé sin nada, porque yo no quise pelear mi parte de las ópticas… ahí se quedó todo”.
Inesperado encuentro con el destino en Connecticut
En el 2014, Eliza viajó a EE.UU. Se lo pagó con las ganancias de sesiones fotográficas familiares de Navidad. En su casa armó un pequeño escenario «nevado» y era algo novedoso en aquel momento. Compró su pasaje y le quedaron poco más de 100 dólares para gastar.
El dinero se consumió rápido. Se estaba quedando con unos familiares, pero para pagar sus gastos consiguió un «trabajo» temporal. «Fue, bajo de agua como diríamos en Guatemala», dice Eliza. «Fui pilota de una señora colombiana. Me pagaba 150 dólares al día. La transportaba a sus oficinas y también a personas que ella me indicaba. Conocí la ciudad y ganaba. Fue así como una vez llegué a traer a un señor al aeropuerto. Yo no lo conocía, pero él me dijo: Tu esposo está por venir».
"Ni yo hablaba inglés, ni él entendía nada de español"
El amor llegó a la vida de Eliza con una situación parecida parecido a la canción “Ella y él” de Ricardo Arjona. La hermana de una amiga le ofreció presentarle a alguien. Pero solo le dio su perfil de Facebook. Se llamaba Tony Echevarría. «Me dijeron escribile y decile que somos amigas. Yo no sabía ni una gota de inglés, pero le escribí. El me contestó con una carita triste llorando.
Y la frase “I dont speak Spanish”. (Yo no hablo español)»
«Mi amiga le dijo que pasara por mí para ir a desayunar a las 11 de la mañana. Pero la noche anterior, por el trabajo tuve que conducir desde las 10 de la noche hasta las 6 de la mañana. Llegué a mi casa a las 7 de la mañana. Estaba cansadísima y me dormí. No sentí cuando él tocó la puerta. Lo dejé plantado».
Luego lo llamé, me disculpé y regresó por la tarde. Conversamos como cuatro horas pero a través del traductor de Google. Yo empecé a tomar lecciones de inglés y él empezó a recuperar su español. Nos casamos y en 2016 nació nuestro hijo Anthony
El camino nuevo no fue nada fácil pero hay luz al final del túnel
En 2015, Tony y Elisa se casaron. Durante el proceso de legalización de su residencia ella no podía optar a ningún empleo.Tony comenzó un emprendimiento, pero se agotaron los recursos económicos. Pasaron angustiosas semanas. Elisa oró pidiendo a Dios una luz para poder salir adelante.
“Fue así como comencé un pequeño negocio de envíos de encomiendas de ropa, perfumes y aparatos electrónicos desde EE.UU. a Guatemala.
Se llamaba Marsh Express. Pero poco a poco me dí cuenta que una buena parte de los pedidos eran de cámaras fotográficas y de video. Fue así como empezó a gestarse el concepto de la Fototienda”.
Su primer bodega en Guatemala fue la casa donde había vivido con su mamá, en El Zapote, zona 2 de la capital. Para aquel momento ella ya había fallecido.
Oficialmente La Fototienda surgió en 2016. “Empecé con la ayuda de mi hermano, quien me compartía parte del espacio en una oficina que alquilaba en el TEC, zona 4. Pero el espacio se hizo insuficiente ante la cantidad de mercadería. Así que renté un local propio, que se encuentra actualmente en esa ubicación. Después abrió otro local en la zona 10. La pandemia de 2020 le obligó acerrar y dejar solo a una parte de sus empleados; sin embargo, durante el encierro se reanudaron con fuerza los pedidos en línea e incluso se incrementaron”, relata.
“Mucha gente empezó a practicar fotografía. La calidad del servicio, la entrega a tiempo y de todo lo solicitado por los usuarios nos puso en el mapa de muchos guatemaltecos, porque en aquel momento no había muchos importadores especializados en equipo fotográfico: cámaras, iluminación, trípodes, drones. Hoy seguimos adelante”.