Andrea Raquel Arriola ha superado duras pruebas y participa en la comunidad guatemalteca de Oklahoma;junto con su familia en Guatemala impulsa causas nobles.
Andrea Raquel Arriola, originaria de Quetzaltenango, participó recientemente en el desfile Fiestas de las Américas en Oklahoma City, organizado con motivo del Mes de la Herencia Hispana. Y esa es la ocasión que motivó esta aconversación, ya que para Andrea cada actividad de la comunidad guatemalteca es ocasión de revalorar su identidad y raíces.
En Guatemala cursó estudios en Derechos Humanos y Cultura de Paz en la Universidad de San Carlos. Sin embargo, dejó atrás una vida estable para empezar de nuevo en un país donde —como ella dice— “los estudios a veces valen un cacahuate, pero el valor humano y la fuerza de voluntad lo vale todo”.

Pruebas superadas, experiencias ganadas
La pandemia marcó las vidas de muchos guatemaltecos y ese es el caso de Andrea: “Tuve COVID y estuve muy mal. Pasé varios meses sin olfato ni gusto y dure dos meses y medio saliendo positiva a covid, con miedo, pero con fe de seguir ya que habíamos pasado la muerte del papá de mi ex pareja por covid y mi ex pareja también se vio muy grave. Me aferré a la vida y salí adelante”, recuerda.
Su primer trabajo después de covid fue limpiar una fábrica. No fue fácil pues por su condición de salud, esta labor causaba dificultades para respirar y fatiga. Esto contrastaba con las expectativas profesionales que tenía antes de ir a Estados Unidos.
Se tuvo que acostumbrar a una nueva realidad de vida, de realizar un trabajo que nunca había imaginado desempeñar cuando en Guatemala contaba con otro tipo de empleo. “Cambiar de mentalidad fue lo que necesité para seguir adelante”.

Todo trabajo es digno
Así que no ha sido un camino fácil. Andrea ha trabajado en restaurantes y limpiando fábricas y escuelas cuidando niños, con jornadas largas, menudo extenuantes, pocas horas de sueño y de vuelta a la labor.
“Aquí uno aprende humildad”, dice con franqueza. “Yo limpiaba una fábrica y una escuela y al principio me daba pena decirlo. Hasta que entendí que todo trabajo es digno. Estados Unidos me ha enseñado que todos los oficios son valiosos, necesarios, fundamentales y me cambió el chip que traía”.

El desafío es personal y debe centrar el esfuerzo
Pese a todo Andrea conserva una mirada optimista. “Ahora entiendo por qué le llaman a esté país donde fluye leche y miel” —explica—. Hay oportunidades, y hay que luchar por ellas. Si vienes aquí con humildad y deseos de superarte lo puedes lograr, este país te enseña mucho y te enseña a valorar cada cosa que tienes y valorar aún más a quienes dejaste (en Guatemala) por darles un futuro mejor”.
Relata una anécdota: “Una tarde mi jefa me llamó y me dijo en inglés una de las niñas nos pide “agua”. ¡Dime que es eso, no la entiendo! Sonreí y le traduje que era lo que pedía. El inglés te sirve para avanzar”.
Actualmente cuida a unos niños. “Ellos ya hablan palabras en español, los números, colores y hasta una palabra chapina: “Wakala”. Sin querer llegue en ese trabajo a mostrarles la fuerza y amor que traemos los hispanos, ahora mis niños comen frijoles colados y piden spaguetti con salsa pero que le ponga del ese sabor: “el del pollito””.
Una comunidad de hermanos connacionales
Andrea Raquel colabora activamente con la Asociación Guatemalteca en Oklahoma, donde ha conocido fundaciones y proyectos que apoyan a migrantes y por supuesto a nuestros connacionales en este estado. Andrea participó recientemente en el Desfile de las Fiestas de las Américas, un evento emblemático en Oklahoma por el Mes de la Herencia Hispana. “Es algo emocionante poder representar nuestra cultura y nuestras tradiciones estando lejos del país”
“Sueño con trabajar algún día en una organización de ayuda social”, afirma. “Siempre me ha apasionado servir a las personas y ayudarles, me llena ver que podemos apoyarnos y salir adelante juntos”.
Se necesita un "te extrañamos"
Al preguntar qué es lo que más necesitan los migrantes guatemaltecos en Estados Unidos, responde con franqueza. Sentir que no son solo un envio de remesas. “Es muy buena y reanimante una llamada para preguntar “¿cómo estás?”, para decir un “te extrañamos’”, para contarle cómo fue el cumpleaños de un familiar… solo para conversar para sentirse un poco cerca de los seres queridos”, expresa.
Andrea resume con sencillez: “Aquí estamos forjando nuestro futuro y el de los nuestros con trabajo y mucha fe de lograr lo que en nuestro país no podíamos ”.
“Cada día me levanto agradecida, porque tener salud, trabajo y la esperanza de un mejor futuro para mi y los míos, porque sigo soñando por mi y por ellos”.
Talento guatemalteco sin fronteras



















