Este texto está dedicado al esfuerzo y anhelo de los migrantes guatemaltecos por un país democrático y el respeto al voto popular y soberano.
HOMBRE DE MAÍZ, por Clemente Aj’Tziij
Aquí voy otra vez
frente a otro ciclo de cambio.
Vientos huracanados que me han hecho huir siempre
como niño en soledad,
como huérfano sin alguna paz
como el más pequeño pez ante la oscuridad
y la inmensidad de la mar.
Tiemblo y cuestiono
los ideales y hábitos con los que crecí,
el mundo que un día conocí
y la vida que comprendí.
En esta pecera que construí
Y que ya no parece aplicar por aquí
Entre el caos y la lucha
quiero huir sin rumbo
¡Qué importa pa’ donde!
Si alguna vez ordenara algo
seria este momento
para la que la tierra se abriera
y me adopte en sus brazos para siempre,
sin volver siquiera.
Quiero huir de esta pecera…
Pero luego me acuerdo que aquí mismo
Quizás tenga las herramientas,
la lupa de la escuela con cual ver
este mundo nuevo y tan confuso
Sí, aquí,
en esta pecera
puedo encontrar a ese viejo loco, y soñador
que en un día de escuela
se paró ante un micrófono y dijo una vez:
«Que sea yo como la mar
que a pesar de su inmensidad
está por debajo de toda superficie
Ya que solo así logra que los ríos lleguen a él».
Entonces me detengo un momento y me digo:
Cálmate,
que tal si piensas diferente
que tal si el tamaño no importa
que tal si eres como el quetzal:
un pequeño pájaro tan vulnerable
que se muere al privarlo de su libertad,
pero que con hambre
es sin duda alguna un depredador furtivo
¡Agarro mi pecera y lo tiro con toda ira
en el vasto oscuro océano!