En la Ciudad de Guatemala, hay tres viveros municipales que son los pulmones verdes que le dan vida.
En la Ciudad de Guatemala, entre barrancos, fuentes de agua y manos trabajadoras, laten tres pulmones verdes que nutren la vida urbana: Vivero La Península, Vivero Ojo de Agua y Vivero Urbano Municipal Acatán. Cada uno, con su historia y especialidad, aporta vida, color y oxígeno a los parques, bulevares y espacios públicos que disfrutan miles de vecinos a diario.

Una apuesta por el verde desde 1986
El cuidado de los espacios verdes no es un esfuerzo reciente. Su historia se remonta a 1986, cuando la Municipalidad de Guatemala consolidó tres viveros como parte de un programa de reforestación con criterios técnicos. La meta era clara: garantizar la producción de plantas ornamentales y forestales para embellecer la ciudad, pero también conservar especies nativas.
El impacto fue inmediato. Para 1990, gracias a la conformación del Grupo Metropolitano de Bosques, se alcanzó un récord histórico de 135,191 árboles sembrados en un solo año. Con el paso de los años, los viveros evolucionaron en verdaderos centros de producción vegetal, con especialistas, infraestructura moderna y procesos técnicos que aseguran plantas de calidad.

Vivero La Península: el guardián ornamental
Fundado en 1988, se ubica al final de la avenida Simeón Cañas, en la zona 2, en un terreno rodeado de barrancos que le dio el nombre de “península”. Con una extensión de 3 manzanas, este vivero produce cada semana cerca de 2,000 plantas ornamentales, incluyendo especies que atraen mariposas y abejas, aportando así al equilibrio ecológico.
En este espacio trabajan 20 jardineros y 20 jóvenes del programa “Aprende y edúcate en tu vivero”, quienes además aprenden técnicas sostenibles como el compostaje con lombrices y el riego por goteo, un sistema que permite ahorrar agua.

Vivero Ojo de Agua: el especialista forestal
Nació el 3 de octubre de 1992, gracias a un convenio entre la Agencia Española de Cooperación Internacional y EMPAGUA. En sus inicios producía 10,000 árboles, y hoy su capacidad alcanza las 35,000 plantas al año, en especial especies forestales como hormigo, cortez, matilisguate, jacaranda, magnolia y ciprés común.
Se encuentra en un terreno de 14,000 metros cuadrados, donde 9 colaboradores municipales trabajan en todo el ciclo productivo, desde la recolección de semillas hasta el trasplante. Aunque su potencial es alto, actualmente está subutilizado, lo que representa un reto y a la vez una oportunidad para fortalecer los programas de reforestación urbana.

Vivero Urbano Municipal Acatán: una escuela de vida
Este vivero nació en 2006, en la zona 16, bajo un proyecto social impulsado por el Programa de Becas-Trabajo del PNUD. Su propósito fue dar formación técnica a jóvenes en situación de vulnerabilidad, quienes aprendieron jardinería, horticultura y piscicultura mientras producían plantas para la ciudad.
Hoy ocupa 1.48 hectáreas y produce cerca de 30,000 plantas anuales, con un stock de 45,000 unidades listas para embellecer y reforestar la ciudad. En Acatán se trabajan especies resistentes a la sequía y a la contaminación, lo que lo convierte en un laboratorio verde adaptado a los retos de la vida urbana. Además, recibe constantemente a estudiantes de escuelas y universidades, fortaleciendo la educación ambiental desde la práctica.

Tres pulmones para una ciudad viva
Los viveros municipales son más que centros de cultivo: son guardianes silenciosos del paisaje urbano. Gracias a ellos, los bulevares, avenidas, parques y barrancos de la capital conservan su verdor, mientras cada nueva generación aprende que cuidar la naturaleza es también cuidar la vida en la ciudad.
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