Cerca de 1,500 guatemaltecos votaron en Estados Unidos de 90 mil empadronados. La cifra es un reto para que el Estado de Guatemala mejore el apoyo, registro y servicios a quienes aportan el 20% de la economía.
Cuatro años parece mucho tiempo, pero no lo es, al menos no para la transformación efectiva de la participación de migrantes guatemaltecos en Estados Unidos, cuyo número ronda los 3 millones.
Cuatro años un plazo mínimo (y que ya está corriendo) para que el Tribunal Supremo Electoral comience a cambiar la metodología para empadronar a los migrantes.
Indiferencia e ineficiencia institucional
Pero no solo el TSE requiere cambios: también el Registro Nacional de las Personas debe asegurar el acceso a plena identificación con Documento Personal de Identificación, DPI, para todos los connacionales en Estados Unidos que lo soliciten. Lo mismo vale exigir del Instituto de Migración, que no ha logrado subsanar el desabasto, la tardanza y la ineficiencia en el trámite de pasaportes.
El TSE actual, cuyo período termina en dos años, ignoró los pedidos y también la colaboración ofrecida por varias organizaciones migrantes y connacionales en lo individual, tanto para mejorar el registro en el padrón como para la organización de mesas de votación.
Ante esta falta de claridad, migrantes guatemaltecos viajaron al país para solicitar un recurso de amparo ante la Corte Suprema de Justicia en noviembre de 2022. Lo que se buscaba era que el TSE explicara cómo iba a mejorar el empadronamiento y la distribución de centros de votación. Dicho amparo no ha sido resuelto, ocho meses después. La poca participación de migrantes en los centros establecidos en Estados Unidos exhibe la dimensión del fracaso.
Es inexplicable por qué la CSJ nunca resolvió tal recurso, pero aún más injustificable es que la Corte de Constitucionalidad tampoco haya resuelto otro recurso, solicitado en febrero, para obligar a la CSJ a emitir el amparo. Amparo tras amparo, los migrantes están desamparados.
Urge cambio, innovación y tecnología
Las citadas omisiones y exclusiones son una verdadera vergüenza porque se trata de guatemaltecos que se vieron obligados a salir del país para buscar en otro las oportunidades de salir adelante, pero que aportan el 20% del producto interno bruto a través de remesas que sostienen la economía.
La limitada participación en Estados Unidos no fue por desinterés ni por indiferencia: hay enormes distancias para unos cuantos sitios de votación. Para mayor agravante, migrantes guatemaltecos acudieron con la intención de votar y fueron enviados a otra ciudad, lo cual implicaba un viaje de hasta seis horas. A otros los refirieron a ir a votar al territorio guatemalteco, algo que solo puede considerarse como una burla o un sarcasmo de muy mal gusto.
Los migrantes guatemaltecos en Estados Unidos necesitan representación, pero también de un sistema tecnológico de registro digital biométrico que integre y extienda la información del Renap, que permita la actualización de datos de residencia a fin de mejorar la distribución de mesas. Ya que el actual Gobierno, Congreso y Cortes no hicieron nada… es de esperar que las nuevas autoridades comiencen, en 2024 a valorar con hechos el aporte de los migrantes guatemaltecos.