Joaquín Orellana es un músico guatemalteco qué convirtió a Guatemala en un laboratorio auditivo y sus útiles sonoros son auténticas esculturas llenas de vida y imágenes mentales.
El nombre de Joaquín Orellana resuena con fuerza en la historia del arte guatemalteco. Nacido en la Ciudad de Guatemala en 1937, este compositor y creador ha sido reconocido como uno de los artistas más vanguardistas de América Latina, gracias a su capacidad de reinventar la música a partir de la tradición, la identidad y la experimentación.
Formado en el Conservatorio Nacional de Música y becado en el Instituto Di Tella en Buenos Aires durante la década de 1960, Orellana se convirtió en pionero en la exploración de nuevas sonoridades que a su vez exploran elementos muy guatemaltecos de percusión.
Verdaderas esculturas sonoras
Su obra es reconocida por la creación de los llamados “útiles sonoros”, instrumentos inventados por él que combinan lo ancestral con lo experimental.
Estos aparatos —como la “marimbona”, el “tubófono”, el “ululante” o el “sonarimba”— expandieron el lenguaje musical guatemalteco más allá de lo convencional. Ha creado varias obras y sinfonías para dichas esculturas sonoras.
La importancia de su arte
Orellana buscó expresar, a través de la música, la memoria y las heridas sociales de Guatemala. Sus composiciones transmiten la historia de un país marcado por la riqueza cultural, pero también por la violencia y la desigualdad. Obras como “Humanofonía” o “Ritmo de la Ausencia” son ejemplos de cómo fusionó lo sonoro con lo social, convirtiendo su música en un eco de la identidad guatemalteca.
Su trabajo también dialoga con la marimba, instrumento nacional de Guatemala, al que llevó a terrenos insospechados con nuevas formas de interpretación y experimentación.
Un legado vivo
El legado de Joaquín Orellana no se limita a la música, sino que se extiende al arte contemporáneo y la memoria cultural del país. Su visión inspiró a generaciones de artistas y músicos que ven en él un referente de innovación y valentía creativa.
En 2019, el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB) le dedicó la exposición “Joaquín Orellana: La marimba de los sonidos perdidos”, que reafirmó su papel como figura central en la vanguardia latinoamericana.
Hoy, su obra sigue siendo estudiada y escuchada como un puente entre la tradición y la modernidad, entre lo local y lo universal. Joaquín Orellana logró lo que pocos artistas alcanzan: que Guatemala sonara al mundo con una voz única, crítica y profundamente humana.
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