Migrante y emprendedor guatemalteo William Velásquez abraza a su mamá después de 34 años. El reencuentro ocurrió en el aeropuerto de Oklahoma City. Este es el relato de tan emocionante momento.
«Nunca pierdan la esperanza, nunca pierdan la fe», dice el migrante guatemalteco William Velásquez en la sala de espera de salida de pasajeros del aeropuerto de Oklahoma City. Junto a sus hijos está en espera de la llegada de Gladys de León, su mamá, a quien no abrazaba desde que salió de Guatemala en 1990.
«There she comes» (Allí viene ella) le dice uno de sus hijos y él solo responde «I don wanna turn around» /No quiero voltear a ver), de la sola emoción. Minutos antes, William explicó que su salida de Guatemala y su viaje por México fue un trayecto complicado.
Semanas de espera
A principios de agosto, el migrante guatemalteco William Velásquez, emprendedor radicado en Oklahoma, en donde tiene una franquicia de comidas nutritivas, relataba que a su mamá le habían concedido la visa de turista en la Embajada de EE.UU. en Guatemala, por lo cual por fin podría reunirse con ella.
Desde su viaje hasta Estados Unidos, William atravesó diversas situaciones complicadas, tanto por el entorno social como por algunas malas decisiones que tomó y que relató para una nota de SoyMigrante.com. A pesar de eso, logró reponerse, transformar su vida y convertirse en un empresario.
Había logrado establecer comunicación telefónica y por videollamadas con su mamá. «Pero no es igual y por fin voy a verla» anunciaba. Las semanas volaron y por fin estaba en el aeropuerto, a la espera de su llegada. Sus hijos le acompañan.
De pronto se abre de nuevo la puerta. Ya han salido varios grupos de pasajeros. Allá viene doña Gladys y sus hijos le avisan a William. No lo puede creer. No quiere voltear a ver. Teme que sea solo un sueño, pero no… es realidad.
Cuando ella se aproxima, él la abraza y cae de rodillas. Palabras de cariño, lágrimas con sonrisas. En aquel lugar donde tanta gente pasa a diario hay dos corazones que se encuentran.
Llega el momento mágico
Abrazos y días de felicidad
Despues de ese abrazo indescriptible, entre lágrimas y expresiones de cariño, vino tambien la secuencia de abrazos de los nietos de Gladys. William la ha llevado a pasear, c comer y a comprarle obsequios.
También la llevó a conocer su restaurante. «Ha sido un momento muy familiar de gran alegría, todo en paz, un sueño cumplido», cuenta William.