La lotería en Guatemala tiene historia y tradición que ha marcado eventos familiares y generaciones.
En calles, ferias y mercados de todo el país, los gritos de “¡El gallo, la estrella, la corona!” siguen despertando sonrisas y recuerdos, pero sobre todo el momento de completar el cartón y gritar ¡Lotería! Y recibir un premio después de la respectiva revisión.
La lotería tradicional guatemalteca de feria también conocida como lotería de figuras, es mucho más que un juego: es un símbolo cultural lleno de historia, colores, voces familiares y una creatividad popular que ha trascendido generaciones.
Un juego con historia colonial
La historia de la lotería tiene raíces antiguas. Su origen se remonta a Italia del siglo XV, donde surgió como una forma de sorteo público. Más tarde, se popularizó en España y llegó a América durante la época colonial como un pasatiempo para las clases altas.
Con el tiempo, el juego se adaptó a las culturas locales, y en Guatemala se transformó en una tradición profundamente popular, sobre todo en contextos comunitarios y familiares.
Mesas, cartones y premios: la esencia chapina
- Mesas de tabla, muchas veces improvisadas en plazas o corredores, sobre las cuales se extienden los cartones para los jugadores.
- Cartones forrados con plástico, que protegen las imágenes del uso constante. Algunos tienen diseños hechos a mano, otros son impresos con figuras coloridas.
- Fichas de maíz, frijol o piedritas, que se colocan sobre las figuras que van saliendo, al estilo del bingo.
- Tipos de premios variados, que dependen del lugar y la ocasión: desde pequeños juguetes, ropa, bolsas de golosinas o artículos del hogar, hasta dinero en efectivo o canastas familiares.
El combo de figuras: un universo de símbolos
Uno de los elementos más queridos por los guatemaltecos es el famoso combo de figuras tradicional. A diferencia de la lotería numérica oficial, la lotería de figuras está compuesta por imágenes ilustradas, cada una con un nombre distintivo que el lector (o “cantador”) va anunciando en voz alta y con picardía.
El origen de este combo se inspira en la lotería mexicana, que llegó a Guatemala a mediados del siglo XX y fue adaptada con creatividad local. Si bien muchas figuras son similares a las mexicanas —como el gallo, la escalera, la luna o el catrín— en Guatemala surgieron versiones propias, con nombres jocosos, giros lingüísticos locales o reinterpretaciones.
En algunos pueblos incluso se han creado versiones personalizadas, donde las figuras incluyen elementos mayas, comidas típicas o personajes comunitarios. Esta flexibilidad ha hecho que el juego se mantenga vigente y diverso.
Más que un juego: una memoria colectiva
La lotería en Guatemala no es solo una forma de diversión. Es también una oportunidad para reunirse, compartir, y mantener viva una forma de expresión cultural. Para muchos migrantes guatemaltecos en el extranjero, escuchar los nombres de las figuras o jugar con familiares se convierte en una manera de conectarse con su identidad.
Hoy en día, incluso en versiones digitales o en redes sociales, la lotería de figuras continúa siendo un puente entre generaciones, un juego donde cada imagen tiene una historia, y cada premio, por modesto que sea, arranca una sonrisa.
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