Iris Díaz es una migrante guatemalteca que ha podido afrontar el desastre de los incendios de California, gracias al apoyo de compatriotas guatemaltecos. El martes tuvo que dejar su casa en Pasadena al ver que otras encendidas en llamas. Con fe y fortaleza agradece estar viva.
En medio del caos que ha sembrado el fuego en California, Iris Díaz, una guatemalteca residente en Pasadena, se enfrentó al desafío de proteger lo más importante: su vida, la de su hija y también sus mascotas.
Con casi 16 años de vivir en Estados Unidos y ocho de haber hecho de Pasadena su hogar, Iris tuvo que tomar una decisión difícil el martes 9 de enero de 2024, justo el día en que comenzaron los incendios de California. Tuvo que abandonar su vivienda cuando el viento comenzó a intensificarse y el temor a la propagación del fuego se hizo evidente.
Fuego imparable y hermandad innegable
El miércoles regresó brevemente a su casa para verificar el estado del inmueble. Quería saber si había sido pasto de las llamas. Todavía no había sido alcanzada por el fuego, pero le impactó ver que la vivienda frente a la suya ya estaba siendo consumida por las llamas.
El miedo, mezclado con la ansiedad, se apoderó de ella, pero Iris no estaba sola. Sus amigos, también guatemaltecos, le abrieron las puertas de su hogar, brindándole un refugio temporal para ella, su hija de 17 años y sus mascotas, que son como parte de la familia.
“A uno le da ansiedad y miedo de ver cómo se queman las casas. Piensas en tu familia, en tus mascotas, y en todo lo que puede pasar”, dice Iris, mientras cuenta la historia de como veía todo arder en las proximidades de su comunidad.
Agradecimiento y fortaleza
Iris todavía no sabe si su casa sigue en pie o fue consumida. Le da cierto alivio haber tomado a tiempo la decisión de salir.
Antes de evacuar, logró empacar lo esencial: ropa, identificaciones, comida enlatada, zapatos y sus vehículos, además de asegurarse de llevar consigo a sus perros y gatos, quienes para ella son un símbolo de amor incondicional.
“La verdad estoy muy agradecida con los amigos que nos dieron donde pasar la noche. Aunque estemos durmiendo en el piso, estamos seguros. Eso es lo que importa”, asegura Iris, con la voz llena de gratitud y esperanza.
En medio de las noches difíciles, sobre todo por pensar en donde vivirá y los cambios que requerirá su vida, Iris le confía y encomienda todo a Dios.
Se aferra a la esperanza
Por ahora, las autoridades de Pasadena recomiendan no regresar a las zonas afectadas, debido al riesgo que persiste por el fuego y el humo.
Iris es consciente de la gravedad de la situación, pero mantiene la calma, convencida de que lo material se puede recuperar. “Lo más importante es la vida. Lo demás se repone con el tiempo”, concluye.
Aunque el dolor y la incertidumbre la acompañan, Iris Díaz sigue adelante, aferrándose a la esperanza, a la ayuda de su comunidad y al amor por su familia y mascotas.
Su historia es un recordatorio de que, incluso en los momentos más oscuros, el apoyo humano y la fe son luz en el camino.