Lejos de su tierra, de su pueblo natal, los migrantes guatemaltecos nunca olvidan aquellas vivencias de niñez, cuando el mundo era perfecto o quizá no tanto. Pero no importaba porque eran niños. En este Día del Niño, connacionales aceptaron compartir sus memorias de infancia.
William Velásquez vive en Oklahoma desde hace 34 años y recientemente tuvo un esperado momento cuando volvió a ver a su mamá, despues de esa misma cantidad de tiempo. William, al igual que otros migrantes guatemaltecos, aceptó compartir un recuerdo de infancia en Guatemala. Nunca olvida las temporadas en que se iba al campo a Jutiapa, donde un tío le daba un caballo a él y a su hermano para ir a pastorear las vacas.
Pero así hay pequeños oasis de memoria y recuerdo, de felicidad y anhelo en cada uno de estos testimonios. Quizá alguno se parezca a otro de quien lea. Son simplemente enternecedores.
¡Feliz Día del Niño!
Manuel Orantes, escritor
“Una de las experiencias más lindas que pude vivir en Guatemala de niño fue la Navidad. La Navidad es muy especial para nosotros los chapines guatemaltecos en esta tierra bendita. Me recuerdo muy bien de las reuniones con familia, de los cuetres, de todo el día, de la noche, de la medianoche que todavía siguen la tradición aquí en Guatemala. Tengo muy buenos recuerdos de mi niñez cuando nos reuníamos con mi familia, con los amigos. Recuerdo muy bien que antes, cuando era niño, visitábamos a varios parientes durante el 24. Siempre iba acompañada de un buen tamal y el pan francés.”
Juan Guarcas, chef radicado en McCallen Texas
“Desde que tenía 5 años, trabajé. En el campo, el trabajo de los niños es acarrear agua, después empezar a hacer los surcos de la milpa, sembrar frijoles, transplantar tomate y cargar al hermanito pequeño.”
Kiara Vera, promotora cultural guatemalteca en Dallas, Texas
“Mi recuerdo de mi niñez más bonito era cuando jugaba con mis amigos, no me preocupaba de nada, jugábamos tenta, arrancacebolas, escondidas, montábamos bicicleta. Nunca fuimos esclavos de la televisión y menos del celular. No existían. Me gustaba mucho viajar a Puerto Barrios, porque allá tengo familia, ver la naturaleza, me fascinaba la playa. La Navidad era genial por el olor a pino, la manzanilla, el arbolito, el ponche, te compran tu estreno. En mi casa se hacía un gran nacimiento. Eso extraño muchísimo de la Guatemala de mi niñez, porque acá en USA la Navidad es tan aburrida.”
Luis Cortez, arquitecto en Brooklyn Nueva York
“Recuerdo de niñez, tal vez jugar pelota en la calle con esas pelotas de plástico rayadas y si no había pelota pues con un bote de esos plásticos de jugo que uno ponía en la bicicleta después para que sonaran como moto. Eso es lo que me viene a la mente.”
Susana Oxlaj, lider migrante y promotora cultural en Houston, Texas
“Crecí en un pueblo muy bonito llamado San Francisco El Alto, Totonicapán. Caminábamos junto con mis hermanos a la escuela. También al parque, al campo para jugar fútbol. En nuestros tiempos libres después de escuela nos trepábamos a los árboles para cortar manzanas o duraznos y jugábamos libremente en la calle. No había este miedo de que algo nos pudiera pasar. Mis hermanos jugaban trompos y yo jugaba yaks. Fue una infancia muy bonita y muy sana.”
Velveth Hernández, profesional en enseñanza y talento humano en Chattanooga, Tennesse
“Mi familia es grande y siempre nos celebraban el Día del Niño con mucho cariño. Teníamos piñatas, pastel y juegos. Y es importante recordar que para los niños es una gran ilusión que les celebren y les deseo que lo pasen muy lindo. Y si tienen niños, celébrenles su día.”
Alex Solís, guatemalteco radicado en Misuri
«Siempre tengo en mi mente los días cuando se acercaba la feria del pueblo. Los caminos no eran asfaltados y era emocionante cuando llegaban los camiones con algunos juegos para instalarse. Traían algunas mesas de futillo, que a mí me encantaba jugar»
Carol Paxtor, emprendedora guatemalteca en Nueva York
“Tengo hermosos recuerdos de mi niñez en Guatemala: Uno de ellos fue cuando mi abuela me llevaba a lavar la ropa a un río. Ella se ponía a lavar y yo pues jugando con otros niños, tirando piedras al río y bañándonos. Recuerdo mucho a mi abuelita por eso. Hace poco regresé. Lastimosamente, esos nacimientos de agua ya estaban secos.”
Walter Batres, presidente de la Red Migrante Guatemalteca
“Quienes tenemos 40 o 50 años somos sobrevivientes. Crecí en Nueva Concepción, Escuintla y cuando nací había una mortandad infantil muy grande. Muchos niños no llegaban ni a vivir seis meses. Entonces el simple hecho de haber sobrevivido esa época nos llama a la conciencia, de que hay muchos niños con necesidad aún».
«Se debe brindar educación a la niñez, porque a nosotros, cuando fuimos a la escuela empezamos a aprender y a trazar un nuevo futuro. No olvidamos a nuestros buenos maestros, aunque había algunos que te corregían a reglazos. En ese tiempo se permitía eso. Tampoco olvidamos nuestras callecitas de tierra, por donde caminábamos muchos niños para ir a pajarear o a cortar frutas, a veces metiéndonos en terrenos que tenían dueño.”
William Velásquez, emprendedor guatemalteco en Oklahoma
“Recuerdo que una vez fuimos a visitar a mi tío a Jutiapa, en el campo. Mi tío nos asignó caballos para mi hermano y a mí. El mío era el moro. Y me gustaba llevar los animales al potrero. Y en la tarde iba a traerlos. Era una gran aventura pues montábamos a pelo. Al final los llevábamos a tomar agua. Esa temporada me alegraba mucho.” (Testimonio completo en soymigrante.com)
Cada migrante cuenta y cuenta mucho!
